Menú
Amando de Miguel

Hay que retratarse

Ernesto Cárdenas Cangahuala se me dirige con irritación, “acostumbrado [como está] a sus desplantes” [los míos]. Total, porque no he contestado a sus repetidos correos. No está escrito en ninguna parte que uno venga obligado a contestar a todos los corresponsales. Procuro hacerlo por cortesía y por gusto, pero me es imposible dar cumplida respuesta a todas las misivas. Necesitaría el tiempo completo que no tengo y que desplazaría las otras obligaciones. Recuerdo que “desplante”, según el DRAE, es “dicho o acto lleno de arrogancia, descaro o desabrimiento”. Por tanto, no vero cómo puede ser un desplante no contestar. Aun así me dispongo a hacerlo para que no sufra don Ernesto. El cual moteja de “eurocentrista, y por lo mismo parcial” mi aseveración de que la cultura europea se ha impuesto en el mundo entero. Pero ese es un hecho. Como lo es que los descubrimientos de los portugueses y los españoles tuvieran significación histórica, mientras que los de los vikingos pasaron sin pena ni gloria.
 
Sostiene don Ernesto que la civilización europea se impuso por “una mejor posición político militar en el momento adecuado”. Sostengo que la hegemonía militar fue una consecuencia de una superioridad cultural. En la Edad Media China tuvo un imperio más desarrollado que el mosaico europeo, pero ese imperio no traspasó sus fronteras. Los chinos no sacaron el rendimiento suficiente a sus innovaciones: el mandarinato, la pólvora, la brújula, la imprenta, el papel, etc. El éxito de Europa (y luego de todo el “occidente”) se debió a una mentalidad, al “espíritu del capitalismo” (Max Weber). Visto así, es evidente que la civilización europea se convirtió en universal porque fue superior a las otras civilizaciones en todos los terrenos. Don Ernesto dice que esa interpretación es “parcial”. Claro que lo es, pero ¿es que hay alguna que no lo sea? La idea mostrenca de que “todas las civilizaciones son iguales” es tan ingenua como indemostrable.
 
Prefiero la democracia al despotismo, la libertad a la esclavitud y la opresión, la ciencia a la magia, el voluntarismo al fatalismo, la razón al capricho, la igualdad al privilegio. No aporto más dicotomías porque me he marcado la norma de que las frases no deben superar las 30 palabras. Pero son innúmeros los valores que distinguen a la creación cultural europea. Cierto es que también hay atrasos y crueldades en la Historia europea, pero las pasiones humanas son comunes a la humanidad. Por cierto, la teoría del pecado original ─esencial a la tradición religiosa europea─ es una lúcida interpretación de la naturaleza humana. Sin la cual, por ejemplo, no existiría la noción de democracia o la de capitalismo (ahora economía de mercado).
 
No creo que mi argumento signifique llamar “barbarie” a las otras culturas no occidentales para “menospreciarlas”. No entra eso en el espíritu europeo. Para empezar, los “bárbaros” por antonomasia ─los pueblos germánicos─ fueron integrados en una entidad que se llamó con acierto “imperio romanogermánico”. España, como tal, como núcleo del Estado posterior, fue sobre todo una creación jurídica y organizativa del reino visigodo. Luego, los españoles desarrollaron un imperio colonial basado en el mestizaje con las culturas indígenas de América.
 
Santos G. Malagón defiende el término hembrismo como contraposición al machismo. No me hacen muy feliz ninguno de los dos. La almendra de la cuestión no es tanto la exaltación del sexo propio como el desprecio del contrario. Aunque tengo una duda sin resolver. No sé muy bien cuál es el sexo contrario para un maricón o una tortillera. Perdón si alguien se ofende, pero lo de “homosexual” me parece una ñoñería y lo de “lesbiana” una cursilada. Pero sigamos.
 
Como digo, lo fundamental es describir una mentalidad que consiste en despreciar al sexo contrario al de uno y, en el fondo, ocultar el miedo al sexo sin más. La prueba es esa sinsorgada de sustituir “sexo” por “género” cuando se refieren a personas claramente sexuadas. Es más, en la expresión “violencia de género” se sobrentiende que los varones dañan a las mujeres, lo que hace todavía más confuso el terminacho. ¿Por qué no va a ser también “violencia de género” el dañar a un varón? A mi entender el “género” (masculino o femenino) debe reservarse para las cosas que no tienen propiamente sexo y que se lo ponemos de manera simbólica. De manera eminente eso es lo que hacemos con muchas palabras.
 
Así pues, ni machismo ni hembrismo, ni masculinismo ni feminismo. Los varones que desprecian a las mujeres deben ser llamadoscojonistas(del latíncoleo= testículo, dídimo). Las mujeres que desprecian a los varones deben ser llamadashistéricas(del griegoistera= matriz). Lo común es que se trata de reacciones viscerales, de las vísceras propias de cada sexo.

En Sociedad

    0
    comentarios