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Alberto Benegas Lynch

Se deschavó Chávez

Se trata de esos ingenieros sociales megalómanos, arrogantes y patoteros que todo lo pretenden manejar según sean sus caprichos y veleidades

El teniente coronel verborrágico y golpista viene demoliendo aceleradamente los restos que van quedando de las instituciones democráticas en Venezuela. Obtiene siempre victorias electorales con porcentajes africanos que muestran las grietas feroces que se han introducido en los organismos de control republicanos y la inexistencia de la división horizontal de poderes.
 
Como dice Carlos Alberto Montaner, refiriéndose al tirano de la isla-cárcel cubana, su parloteo “ni siquiera le da un recreo a la vejiga”. Sus exabruptos y su incontinencia verbal exasperan al más paciente de los mortales. En una oportunidad lo escuché en un discurso oficial en el que intercaló un bolero que cantó a voz en cuello y con gestos grandilocuentes durante unos quince minutos. Se equivocó de profesión porque podría hacer carrera en estos menesteres, si se le puede poner tope en el tiempo, bajarlo del escenario y arrancarle el micrófono.
 
Hugo Chávez constituye un buen ejemplo de la desfiguración y la degradación de la democracia que, precisamente, significa respeto por los derechos de los que no aplauden las resoluciones gubernamentales. Recordemos una vez más que Hitler asumió el poder con apoyo electoral y sólo un demente podría sostener que el régimen nazi era democrático. La primera vez que visitó Buenos Aires en ejercicio de su cargo, Chávez produjo carcajadas homéricas en la gente responsable. Cualquiera que no estaba informado de su mandato presidencial lo consideró con buen manejo para lo histriónico. Todos los que sabían que se trataba del presidente de una nación hermana comprobaron consternados la tragedia que significa para los habitantes de su país y el peligro que implican sus tropelías para el resto de América.
 
Se trata de esos ingenieros sociales megalómanos, arrogantes y patoteros que todo lo pretenden manejar según sean sus caprichos y veleidades. Incluso resulta peligroso plegarse a una manifestación opositora debido a los francotiradores que ubica para dispersar las valientes multitudes que no aguantan tanta barbarie. El periodismo independiente –una redundancia como ya hemos señalado en otra ocasión puesto que los otros no son periodistas sino alcahuetes– es una reserva moral que informa a diario con gran coraje la caída en picada de las libertades individuales que provoca ese mequetrefe atrabiliario. Ahora el Consejo Nacional de Telecomunicaciones amenaza con una nueva embestida contra la prensa oral y escrita.
 
Hace tiempo que se deschavó Chávez, pero ahora pasó todos los límites al lanzar un ataque furibundo contra empresas privadas europeas y norteamericanas y contra fincas locales también privadas, expropiando 160 mil hectáreas de diversas zonas rurales. En un caso declaran que la actividad es “inoperante”, en otro que la propiedad en cuestión “está ociosa” y proceden sin más a arrancar los inmuebles de sus titulares utilizando soldados del Ejército que recurren a tácticas intimidatorias y violentas. También se han incautado complejos agroindustriales de envergadura, bloqueando la entrada a los trabajadores a las respectivas plantas declaradas “de interés social”.
 
Este aventurero no entiende que en una sociedad abierta los niveles de productividad son consecuencia de las compras y abstenciones de comprar del consumidor. No sabe que las cuentas de resultados se deben a los mismos procesos y que los productores y empresarios que no atienden las respectivas demandas tienen sus días contados y prosperan los que sirven adecuadamente al consumidor. Sin duda que esto no ocurre cuando los comerciantes se convierten en una camarilla de explotadores que operan en alianza con el poder. Esto es precisamente el deseo de Chávez: contar con una corte de aduladores en lugar de empresarios.

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