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De Zauahiri para Zarkaui

Otra cosa es que sus escritos tengan un aire extraño, casi como si fuera una broma, derivado de un desfase de siglos en la retórica, la absoluta desmesura de sus objetivos

Por sus declaraciones los conoceréis. Hay mucho de misterio en Al Qaida y mucho de lo que al respecto se afirma es inseguro y dudoso. Pero sus dirigentes dicen lo que piensan y lo han hecho con suficiente asiduidad como para que su ideología y su estrategia sean claras como el agua clara. Otra cosa es que sus escritos tengan un aire extraño, casi como si fuera una broma, derivado de un desfase de siglos en la retórica, la absoluta desmesura de sus objetivos –en último término, ni más ni menos que en la conquista del mundo y exterminio de los infieles–, la inhumanidad casi increíble de sus métodos y la extrema paranoia de sus jeremiadas victimistas.
 
La última entrega importante del culebrón alqaidista es la carta que el número dos de la organización de matarifes santurrones, el médico egipcio Ayman al Zawahiri le envió a su hombre en el País de los dos ríos, o sea Mesopotamia hace cuatro eras, Irak últimamente, el maestro terrorista Abu Musab al Zarkawi, jordano, antiguo delincuente común antes de su conversión a la fe del Profeta. La verdad es que quien es el hombre de quien es una de esas cuestiones rodeadas de incertidumbre.
 
Zarqawi ha dirigido con gran autonomía la matanza de chiítas iraquíes y denominaba a su organización Monoteísmo y Guerra Santa. Luego aparecieron misivas en las que le pedía ayuda a bin Laden y procedió a sustituir el nombre originario de su empresa por el de “Al Qaeda en el País de los dos Ríos”, alineándose así explicita o al menos nominalmente con el gran prófugo que lo acogió bajo sus alas. Parece que el jordano pretende aprovecharse del prestigio de la marca del saudí y éste del brillante historial de realizaciones de su discípulo y aspirante a sucesor. Una colaboración muy competitiva.
 
Ahora, en el último intercambio conocido, es el lugarteniente de Bin Laden el que sorprendentemente le pide al líder de los yihadistas en Irak que pague su impuesto revolucionario en metálico al órgano central, al parecer bastante menesteroso, tras extenderse en una serie de respetuosas amonestaciones sobre los procederes de aquél en el desempeño de sus terrores. 
 
Se trata de una carta interceptada por los americanos en Irak, con fecha del 9 de julio, recientemente puesta por Negroponte en su página web como Director Nacional de Inteligencia. La carta tiene ese halo de rareza que envuelve todo el subgénero alqaidista y que para sus lectores constituye una inagotable fuente de perplejidades y deja siempre una sombra de duda sobre su autenticidad. Juan Cole, el petulante arabista de la Universidad de Chicago, enfermizo odiador de Bush, la considera un falso chiíta sobre la base de una pequeña variante en el saludo inicial, la referencia “su familia”, –la del profeta–, sobre un total de 13 páginas. La CIA nos asegura que es buena. Ya sabemos de su déficit de infalibilidad, pero para estas cosas cuenta con métodos muy depurados.
 
La carta contiene más aspectos interesantes de los que caben en un pequeño comentario, pero es de resaltar que considera un error táctico declararle la guerra abierta a los chiítas, contraproducente su exhibición de videos de decapitaciones –con un tiro basta– y le recuerda que hay un buen número de altos dirigentes de Al Qaeda bajo custodia iraní. Merecerá la pena volver sobre ello.

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