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Daniel Rodríguez Herrera

Web 2.0

las páginas personales tipo “me llamo Pepe y esta es mi novia Loli” serían Web 1.0 y los blogs la forma que adquieren en la Web 2.0

Google anunció una nueva herramienta para leer blogs durante la segunda conferencia anual sobre Web 2.0. Esta semana, como prólogo al día de Internet, se celebra en Madrid una jornada similar con el nombre de WebDosBeta. Los últimos años han marcado un cambio gradual pero sustancial dentro de Internet, lo que ha llevado a muchos a necesitar calificarlo de alguna forma. Sin embargo, precisar qué es Web 2.0 es difícil. Como dijo algún blogger, es como el porno, “no podría definirlo, pero lo reconozco en cuanto lo veo”. Del mismo modo que resulta difícil precisar el significado de la pornografía sin incluir al erotismo más que mediante ejemplos, el mero concepto de Web 2.0 nació de la contraposición entre lo que se hacía antes en la web y lo que se hace ahora. Así, las páginas personales tipo “me llamo Pepe y esta es mi novia Loli” serían Web 1.0 y los blogs la forma que adquieren en la Web 2.0.
 
Podemos pensar en la antigua web como una exploración, un traslado de los conceptos que ya existían a un mundo nuevo. Así nacen los periódicos digitales. Antes se publicaban en papel y ahora en Internet. Eso trae algunos cambios sustanciales, como la necesidad de actualizar constantemente, pero sigue siendo el mismo modelo: nosotros publicamos, tú lees. La Web 2.0 surge de aprovechar a fondo el principal activo de la web: los propios internautas, sus actividades y su conocimiento. Amazon es quizá la empresa que lo vio antes que nadie y con más claridad. Sustituyó al librero que se sabe todo por una red de clientes que aportaban todo su conocimiento disperso, utilizándolos para dar información sobre cada producto y ofrecer sugerencias y ofertas.
 
Sin embargo, técnicamente supone justo lo contrario: ese creciente uso del conocimiento colectivo de los internautas se realiza a través de capas cada vez más sofisticadas de software, haciendo populares entre algunos internautas términos como RSS, Ajax (no, ni Pino ni Limón) o Ruby on Rails. Eduardo Arcos asegura que estas novedades tecnológicas y las aplicaciones concretas que las emplean son la consecuencia y no la base de esta “nueva versión de la web”, que sería la creación “a partir de la gente”.
 
Pese a ello, se suele incluir dentro de esta nebulosa definición a las recientes aplicaciones web que pretenden convertir a ésta en una plataforma sobre la que construir todo aquello que necesitan los usuarios, generalmente facilitando su uso con otras aplicaciones similares. Google ha sido uno de los principales impulsores en este campo, al estar en una posición en que todo lo que hace se convierte en noticia, siendo Gmail o Google Maps los escaparates. Algunas de las aplicaciones más citadas son Flick como almacén de fotografías, Writely como procesador de textos, Basecamp como gestor de proyectos o del.icio.us para gestionar y compartir nuestros favoritos.
 
El problema es que, en el fondo, creo que todos sabemos que Web 2.0 no es nada más que una etiqueta publicitaria creada para llamar la atención sobre una serie de tendencias. No existe en la breve historia de la red un punto de inflexión que marque la diferencia, ni tampoco un eje claro que permita separar la Web 1.0 de la 2.0. Pero un buen montón de gurús están dándole vueltas al término y eso casi obliga a intentar explicar de qué va.

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