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Juan Manuel Rodríguez

Sobre los insultos a Samuel Eto'o

Conviene recordar que la afición rival siempre ha tratado de desestabilizar a los mejores futbolistas del equipo contrario. No recuerdo que nadie se metiera nunca, por ejemplo, con el color de la piel de Bogarde o Reiziger.

El año pasado un sector minoritario del público que acudió a ver fútbol a La Romareda la tomó descaradamente con Samuel Eto'o. Tras marcar un gol, Eto'o fue corriendo a la banda y se puso a dar saltos, moviendo compulsivamente los brazos. En aquella ocasión la explicación del camerunés fue la siguiente: "me tratan como a un mono y lo he celebrado como un mono". Eto'o se equivocaba si creía que así desactivaba a quienes le estaban ofendiendo desde la grada. En absoluto. Dicen que en la radio no funciona la ironía. En el fútbol tampoco. Aquellos a quienes Eto'o pensaba que su peculiar celebración habría hecho reflexionar, avergonzarse o rectificar, le estaban esperando en el mismo fondo del mismo estadio y con el mismo "¡uh, uh, uh!" que gritaron sólo unos meses antes. Su ironía, aquella ironía que le había llevado a comentar, riéndose de sí mismo, que trabajaría como un negro para vivir como un blanco, no había servido sino para retroalimentar a sus anónimos agresores.

¿Hay racistas en el fútbol español? Seguro que sí. ¿Es racista el fútbol español? No. ¿Eran racistas quienes anoche le gritaron "¡uh, uh, uh!" a Eto'o desde la grada? Eso sería tanto como decir que quienes gritaban "¡Michel, Michel, Michel, maricón!" eran homófobos, o que eran xenófobos quienes insultaban a Hugo Sánchez llamándole "sudaca". Lo que pretendía ese reducido sector de La Romareda no era otra cosa que desestabilizar a Samuel Eto'o, y a fe mía que lo lograron. Estoy un poco harto de lugares comunes del estilo de "pagar una entrada no te da derecho a hacer lo que te dé la gana". Claro que no. Eso ya lo sabemos todos. Pero, salvo que los partidos de fútbol acaben jugándose sólo en la PlayStation, no veo cómo podrá impedirse que determinadas personas chillen cosas que a los demás nos resultan desagradables y condenables desde cualquier punto de vista.

El grupo de ultras que ofendió a Eto'o sería, como mucho, un grupo "racista intermitente" puesto que en el Zaragoza juegan Álvaro, Toledo y Ewerthon y nadie se metió con el color negro de su piel. Les juro que si yo estuviera en un campo de fútbol y mil personas me gritaran "¡enano, enano, enano!" no volvería jamás. Pero yo no soy futbolista profesional, ni gano tampoco mil millones de pesetas al año. ¿Alguien imagina que un árbitro se fuera de un campo cada vez que insultan a su madre? ¿O que Figo se hubiera ido del Nou Camp cuando lo del "cochinazo"?

Por último, dos cosas. Conviene recordar que la afición rival siempre ha tratado de desestabilizar a los mejores futbolistas del equipo contrario. No recuerdo que nadie se metiera nunca, por ejemplo, con el color de la piel de Bogarde o Reiziger. Insultan a Eto'o porque saben que Samuel es uno de los diez mejores futbolistas que hay en el mundo. Le buscan las cosquillas como antes se las buscaron a los mejores. Y segundo, no veo tampoco cómo nuestras autoridades deportivas puedan acabar con estos reducidos brotes racistas si antes no le metieron mano con decisión a actos violentos que todos tenemos en la cabeza. No tienen la suficiente autoridad y por eso esto es un choteo.

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