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Aurelio Alonso Cortés

El rey está ausente

La "memoria histórica" vale en la medida que sirva de moraleja. Las dos repúblicas que llegaron dulcemente, sin reformas constitucionales, fueron expulsadas por la fuerza de las armas.

El martes 2 de mayo cuando, frente al Palacio Real y en la retreta militar tradicional, escuchaba la música castrense, veía con emoción ondear en la fachada la bandera rojigualda de la Nación. Bajo un cielo plomizo y amenazante de lluvia, su banda roja inferior parecía transfigurarse en morada al compás del aire, dando a nuestra bicolor una apariencia tricolor. Posiblemente una impresión influida por el impacto de ver en la prensa de la mañana fotos con la enseña republicana en el brazo de la Cibeles, y una marea de ellas por las calles de la capital. Congruente con un desviado 75 aniversario de la República y el "tenemos un Rey bastante republicano" del presidente Zapatero.

Según algunos la bandera bicolor se iza en Palacio cuando el monarca está ausente. El hecho real, o real hecho, es que sigue sin ejercer el papel arbitral y moderador que le asigna la Constitución. Mientras, unos políticos, mindundis pero malvados, nos cambian a los españoles –el pueblo soberano– el modelo de Nación sin consultarnos en referéndum. De momento las sucesivas reformas estatutarias multiplican el número de naciones confinando España a la condición de simple Estado; un ente que nada significa sin competencias propias.

Y sobre la marcha, al resguardo de la "memoria histórica", nos están montando –también con nocturnidad monclovita– un cambio a república. Eso sí, con talante. Primero en los símbolos, que ya caerá, suavemente, la jefatura del Estado. Coincidiendo o sin coincidir con el citado aniversario sacan a la calle banderas tricolores. Son necesarios políticos sin complejos que se opongan al desmadre. Como Esperanza Aguirre, la presidenta madrileña, que el mismo dos de mayo recordaba el de 1808 como primera manifestación del pueblo alzado en armas para defender el "sentimiento de ser una Nación". Precisamente el día que el Parlamento sociocomunista de Andalucía aprobaba su estatuto con una auto declaración de "realidad nacional"; sin respaldo ciudadano y para dar cobertura al homólogo catalán. Un servicio a Zapatero.

Otra alusión de Esperanza Aguirre me permite titular este comentario. El dos de mayo de 1808, "en esta misma Puerta del Sol el pueblo de Madrid, abandonado por la Corona, se alzó en armas contra el ejército de Napoleón, el más poderoso de su tiempo". Don Juan Carlos debiera hacerse ahora presente y reconducir el modelo de Nación. Sin pedir nuevamente paciencia al pueblo.

En cuanto al primer partido de la oposición, sigan sus líderes la estela que va dejando Esperanza. ¿Podría ser la Comunidad madrileña el eje para reconstituir España? Parece un sueño pero ella parecía sugerirlo en la siguiente frase: "los madrileños festejan este nuevo Dos de Mayo con la confianza puesta en que el marco de la Comunidad de Madrid continúe siendo el más adecuado para impulsar la libertad y prosperidad de todos los madrileños y de todos los españoles".

Y siguiendo el hilo permítanme un atrevimiento vista la gravedad de la situación. Cuando las fraudulentas reformas estatutarias dejan sin capacidad funcional y económica a las dos Castillas, sería aconsejable su reagrupación con la ejemplar y boyante Comunidad de la presidenta Aguirre. Tienen coincidencias históricas y culturales, sin faltar sinergias económicas. En el debate de la Constitución de 1978 llegó a considerarse tal integración. Ahora no es posible. La Carta Magna rechaza expresamente la federación de comunidades autónomas y en su minifundismo propicia la escisión de las provincias limítrofes facilitándolas constituirse en autonomías de nuevo cuño. La salida es la reagrupación autonómica mencionada y el blindaje de competencias de la Nación única previa reforma constitucional. Es a lo que tiende actualmente Alemania en acción conjunta de socialistas y conservadores.

La "memoria histórica" vale en la medida que sirva de moraleja. Las dos repúblicas que llegaron dulcemente, sin reformas constitucionales, fueron expulsadas por la fuerza de las armas. Tan mansamente que llegó a decirse que España el 13 de abril de 1931 se acostó monárquica y despertó republicana. La II República a causa de unas simples elecciones municipales que impulsaron a Alfonso XIII al abandono; años después caía dicho régimen en la guerra civil. Y la primera república se creó en reunión conjunta de Senado y Congreso el 11 febrero de 1873 que aceptó, sin más, la abdicación del rey Amadeo; duró 11 meses bastando que el general Pavía, capitán general de Castilla la Nueva, mandara emisarios al Congreso el 3 de enero de 1874 –nada de entrar a caballo– para desalojar a los diputados. Pavía se dedicaba a la tarea de reducir la sublevación cantonalista de provincias y hasta partidos judiciales. La actual España autonómica empieza a tener algunas semejanzas con aquellas pretensiones cantonalistas.

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