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José Vilas Nogueira

Del doble poder a la soberanía de Batasuna

Los no nacionalistas no tienen derecho a vivir, dijo hace algunos días un senador del PNV. ¿Se figuran ustedes la que se habría armado si un político de la oposición hubiese emitido un propósito genocida de tal calibre?

Lo dice el Diario oficial del Estado dimitido. El País abre edición con un titular a cuatro columnas: "Batasuna decide dar los primeros pasos para legalizarse". La prosa político-administrativa ha de ser tomada en serio. Es género que no tolera ironías ni otras licencias humorísticas. No es que Batasuna dé primeros, o ulteriores, pasos para que pueda ser legalizada. No. Da pasos para legalizarse. La banda criminal se erige en sujeto soberano y, como tal, definidor exclusivo y excluyente de la legalidad.

La soberanía, dijo Carl Schmitt, es la capacidad de decidir sobre la excepción. Los marxistas, que han hecho de la mentira una segunda naturaleza, han abominado del pensamiento nacionalsocialista. Pero, arrojar la cara importa, que el espejo no hay por qué. El pensamiento político schmittiano es básicamente un reflejo de la experiencia soviética. Algo estaba ya en Marx, pero casi todo está en Lenin. Frente al intento liberal de edificar y asentar el gobierno templado, el totalitarismo, nazi y comunista, exalta el despotismo. En el primer caso, la nación, sujeto de la soberanía, es fruto del concierto de la voluntad de hombres libres, y habla por la voz de los ciudadanos. En el segundo, la nación se sobrepone a la voluntad de los individuos. Los ciudadanos no pueden hablar por ella, pues le están subordinados. Como, siendo muda, necesita voz, el partido totalitario se la presta total y excluyentemente. Los no nacionalistas no tienen derecho a vivir, dijo hace algunos días un senador del PNV. ¿Se figuran ustedes la que se habría armado si un político de la oposición a la constelación nacional socialista que nos gobierna hubiese emitido un propósito genocida de tal calibre? Pues, como lo dijo quien lo dijo, no ha pasado nada. Ni fiscales, ni jueces, ni diputados se han sentido concernidos.

Algunos comentaristas evocan, ante el riesgo de desintegración de España, la situación que precedió a la descomposición de la Unión Soviética. No negaré que hay algunos paralelismos, particularmente en la disposición liquidacionista de los gobernantes de los órganos centrales del Estado. Pero el cuadro general es muy diferente. Sin que sea exactamente igual, pues la historia nunca se repite puntualmente, más proximidades encuentro yo con los acontecimientos que llevaron a la toma del poder por los soviéticos.

La llegada de Zapatero al Gobierno permitió la instalación de un "doble poder". El primero oficiaba de Kerenski, y los batasunos de soviets. Pero esta situación es, por definición, muy inestable. Ahora, nuestros soviets, los batasunos, nos obsequian con la reedición de las leninistas Tesis de abril de 1917. Kerenski duró apenas seis meses. No sé cuantos kerenskis habrá en la abyecta corte zapateril. Probablemente duren algo más, pero su destino último será el mismo. Si no los liquida un lenin guipuzcoano, quizá los liquide el leonés, que más parece bolchevique disfrazado de social-revolucionario que kerenski genuino. Alguna ministra de cuota y Vogue, algún ministro de torpe boca y moral expedita, más de un experto en manipulaciones, más de un titiritero y titiritera acabarán en el basurero de la historia. No seré yo quien lamente su destino. No lo merecen mejor.

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