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Antonio Sánchez-Gijón

Mejor no esperar cuarenta días

Los inmigrantes visitados por la comisión llevaban, al cabo de tres semanas, la misma ropa que les dieron no más desembarcar. Habrá que renovarles el vestuario con más frecuencia. Más dinero.

Los procedimientos para intentar devolver a un inmigrante ilegal a su país de origen serán cada vez más gravosos. Como es prácticamente imposible hacer que vuelvan a su tierra en el plazo de los cuarenta días prescritos por la ley antes de tener que dejarlos en libertad, o después, lo mejor sería ponerlos de patitas en la calle tan pronto como desembarquen. Saldría más barato al contribuyente y sería más placentero para ellos.

De atender a los requerimientos planteados por el Parlamento Europeo en un informe de la Comisión de Libertades Civiles, Justicia e Interior, que ha visitado las Canarias por unos días para ponerse al corriente sobre la constante llegada de ilegales subsaharianos, deberán entrar a su servicio letrados que les asesoren de sus derechos a lo largo de los cuarenta días. No basta con darles la asistencia legal que reciben puntualmente tan pronto ponen pie en tierra. El informe no lo dice, pero se supone que los letrados querrán su dinero.

También hay que ampliar los medios judiciales que se ponen a disposición de los inmigrantes, porque con los actuales no se da abasto. Más dinero.

Habrá que fomentar la integración laboral de las mujeres subsaharianas para que no acaben en la prostitución. El informe no dice que lo más recomendable sería que esas mujeres fuesen devueltas a su entorno familiar para no caer en tan infamante profesión, de la que ellas, al parecer, no sabían nada cuando salieron de su tierra. Más dinero.

Para complacer a la comisión europarlamentaria habrá que introducir métodos más científicos en la determinación de la edad de los que se supone son menores; ahora se hace examinando de alguna forma los huesos de la muñeca del supuesto menor. ¿Habrá quizás que poner a esa tarea algunos médicos forenses? Más dinero.

Son cuatrocientos los supuestos menores que se encuentran alojados en las Canarias. Su situación es una emergencia, dice el informe europarlamentario, ya que los servicios de atención al menor están saturados. Hay que poner remedio a tanta desconsideración. Este capítulo ya les ha costado a los canarios seis millones de euros. Más dinero.

Los inmigrantes visitados por la comisión llevaban, al cabo de tres semanas, la misma ropa que les dieron no más desembarcar. Habrá que renovarles el vestuario con más frecuencia. Más dinero.

Algunos inmigrantes que no tienen para llamadas telefónicas les pidieron calderilla para hablar con casa. La comisión, generosa, pide que se les dé, claro, más dinero.

Lo más intranquilizador del informe es la recomendación de que las ONG puedan entrar en los recintos donde se aloja a los inmigrantes durante los cuarenta días de socorrido confinamiento. A pesar de todas las ayudas y asistencias antes mencionadas, parece que aún queda alguna necesidad por atender, que sólo las ONGs pueden remediar con su desprendida filantropía. Como se sabe, gran parte de las ONG, y sobre todo las más ideologizadas a favor del mestizaje, papeles para todos, multiculturalismo, etc., dependen estrictamente de los fondos públicos. Más dinero.

No son sólo los europarlamentarios los que creen que no se debe escatimar medios para hacer más llevadera la vida de los que entran ilegalmente en España. También hay jueces que piensan que la administración está para eso. Tomemos el caso de algunos de Madrid que en tres ocasiones, en los últimos tres meses, han suspendido la salida de vuelos porque dentro de cada uno de ellos iba un menor marroquí para ser devuelto a su familia. Los jueces, que saben lo que es mejor para los menores, no caen en que, de acuerdo con las convenciones internacionales firmadas por Marruecos, es a la administración marroquí a la que corresponde asumir la tutela de los menores, si la familia no quiere o no puede hacerlo. No importa. Que el contribuyente, las compañías aéreas y la administración de aeropuertos pongan todavía un poquito más de dinero.

Seamos prácticos. Cuando lleguen, y después de suministrarles agua, un bocadillo y ropa seca démosles un golpecito en la espalda y les decimos lo que, de todas formas, se les va a decir cuarenta días después: ahí te las apañes. Nos ahorraremos mucho dinero.

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