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Ignacio Villa

Zapatero en su torre de marfil

Que nadie se engañe. Los gritos escuchados en la plaza de Colón representan a mucha gente que, independientemente de su ideología, exige que el presidente del Gobierno gobierne para todos y no sólo para unos pocos.

Zapatero se ha vuelto a encontrar este jueves con gritos, silbidos y abucheos. El 12 de octubre se ha convertido para el presidente del Gobierno en una fecha fatídica. Va a convertirse en tradición que el día de la Fiesta Nacional tenga la música de las protestas contra Rodríguez Zapatero. Suponemos que el jefe del Ejecutivo, regocijado como está en ese engreimiento típico del habitante de la Moncloa y que a él ha afectado con más rapidez que a nadie, piensa que esos gritos son de unos pocos y que no representan a nada, ni a nadie. Se equivoca de principio a fin.

Detrás de los abucheos de este 12 de octubre se encuentran millones de españoles que están hartos de las políticas y de las formas de Zapatero y de su Gobierno. Esas voces representan a muchos ciudadanos que no aceptan las formas antidemocráticas que utiliza este Gobierno. No están dispuestos a la expulsión del PP de las instituciones democráticas. No admiten que el Gobierno se rinda ante ETA entregando la libertad y la democracia, patrimonio de todos y no de la izquierda como nos quieren hacer creer. No les gusta ver como el Ejecutivo colabora sin pudor en la demolición de la España constitucional. No entienden cómo el Gobierno está tan obsesionado por destruir una nación fundada hace siglos dando prioridad a los deseos de unos pocos sobre los de la inmensa mayoría de los españoles.

Zapatero se ha vuelto a encontrar con esa España real que Moncloa quiere ocultar, intenta evitar y prefiere ignorar, pero que en todo caso existe y está en pleno crecimiento. Cada vez hay más ciudadanos españoles enfadados y agredidos por las políticas de este presidente del Gobierno. Políticas partidistas, sectarias, que fomentan la exclusión y el enfrentamiento. Que nadie se engañe. Los gritos escuchados en la plaza de Colón representan a mucha gente que, independientemente de su ideología, exige que el presidente del Gobierno gobierne para todos y no sólo para unos pocos.

Zapatero tiene la posibilidad de rectificar, aunque es más probable que opte por encerrarse en su torre de marfil y desdeñar esas quejas con la excusa de que están limitadas a unos pocos. Pero no es así. Y no bastará para ahuyentarlas el que vuelva a sacar a pasear el fantasma de la "extrema derecha" en la primera oportunidad que tenga. Esa demagogia barata ya no funciona. Zapatero hace mucho tiempo que ha perdido la calle y está perdiendo muchos de los apoyos y de los votos que pudo recoger en las últimas generales; esa es la realidad y lo demás son fábulas del poder. Zapatero puede intentar ignorar lo que sucede, pero esa distancia de la realidad es lo que siempre termina perdiendo a los que están en el poder. Y el presidente del Gobierno durante los últimos dos años y medio hace ya mucho que está en esa situación.

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