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Alberto Recarte

Reflexiones iniciales

Nos habían enseñado que para salir adelante en la vida era necesario formarse adecuadamente. Y eso, que es cierto a nivel individual, parece no serlo a nivel global. Parece como si fuera suficiente con que una minoría tuviera una educación muy cualificada

Reproducimos a continuación la primera entrega de un artículo escrito por Alberto Recarte para Libertad Digital titulado Reflexiones sobre La Gran Estafa, el libro de Alicia Delibes. El trabajo completo consta de los siguientes capítulos:

  1. Reflexiones iniciales
  2. La paradoja entre crecimiento económico y deterioro educativo
  3. La educación en el futuro de España

He tenido el privilegio de haber sido uno de los presentadores del libro de Alicia Delibes, La gran estafa. El secuestro del sentido común en la educación. Tras leerlo varias veces y reflexionar sobre su contenido, creo que el título describe con precisión la gravedad de las sucesivas reformas educativas emprendidas en España, empezando por la de Villar Palasí, en los últimos años del franquismo.

Esa primera reforma franquista tiene ya, como nos explica Alicia Delibes, como antecedente inmediato, las comprehensive schools británicas. Mucho más atrás, en pleno siglo XVIII, nos encontramos con Jean-Jacques Rousseau, el inspirador último de todas las reformas denominadas progresistas. Las reformas del gobierno socialista, la LOGSE y la actual LOE, no se apartan un ápice de los principios negadores de la libertad de Rousseau y de los mágicos del marxismo. Digo mágicos porque los dirigentes del partido comunista, en cuanto vanguardia de la clase obrera, creían tener poder de adivinación, creían poseer el don sobrenatural de interpretar el sentido de la historia y se sentían capaces de crear un "hombre nuevo", progresista y obediente, diferente del libre e imprevisible que conocemos.

El libro de Alicia Delibes me ha provocado, como economista que soy, reflexiones de orden económico y político que creo útiles. Me ha hecho ser consciente de hasta qué punto la política educativa de las izquierdas y su concepción de política económica estaban relacionadas.

Estarán de acuerdo conmigo en que parece una paradoja que, mientras leemos y oímos a educadores, pensadores y políticos que nos merecen la máxima confianza que la educación en España es un desastre, como consecuencia de la legislación que la regula, y que el futuro es peor que el presente; parece una paradoja, repito, que el nivel de vida de los españoles crezca, y más que el de los ciudadanos de los principales países de la Unión Europea, y que, a pesar de las limitaciones de nuestro sistema educativo, nuestra economía sigue creciendo a más del 3,5% anual e incluso que hayamos sido capaces de absorber, y dar trabajo, a cerca de 4 millones de inmigrantes.

Nos habían enseñado que para salir adelante en la vida era necesario formarse adecuadamente.Y eso, que es cierto a nivel individual, parece no serlo a nivel global. Parece como si fuera suficiente con que una minoríatuviera una educación muy cualificada. O como si las deficiencias del sistema de formación educativo se hubieran podidocompensar, hasta ahora al menos, con el impulso que ha supuesto la libertadeconómica y política. O como si la propia sociedad española hubiera construido, en paralelo y a nivel familiar,un sistema educativo alternativo, que convive con el oficial y que permite a una minoría alcanzar los niveles de excelencia necesarios para competir en un mundo globalizado con otras sociedades en las que el sistema educativo público es de mucha mayor calidad. O, quizá, simplemente, la actual clase dirigente españolano ha sufrido todavía los embates de la LOGSE.

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