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EDITORIAL

Patético Zapatero

lo que desprende la camarilla que dirige el Gobierno es un patetismo atroz. Nadie piensa en que Zapatero pueda dar un puñetazo en la mesa de negociación y decir "hasta aquí hemos llegado". Y menos ETA, que sabe como nadie de su debilidad

Expongamos sucintamente los hechos, porque el relato produce escalofríos. Un asesino en serie comparece ante el juez y utiliza el chantaje de su banda criminal como argumento para quedar en libertad. El tribunal atiende a los hechos y a la ley, y De Juana Chaos sale condenado. La reacción del presidente Zapatero, en lugar de felicitarse, consiste en sumarse al chantaje de ETA, pidiendo a los jueces que cesen en su deber ante las exigencias de los asesinos. La presión es tan demencial que nos encontramos ante un hecho inusual: un vocal del Consejo General del Poder Judicial ha salido denunciando la campaña "sin precedentes" contra los jueces. Y todo para salvar una negociación política. Pero, ¿cuál es la situación de esa negociación?

No sabemos todas las condiciones de ETA al Gobierno, aunque la secesión del País Vasco y la anexión de Navarra nunca quedarían fuera. Además de ello, exigen expresamente la rendición del Estado de Derecho ante el crimen y que ZP se libre definitivamente de la Constitución y "todas esas zarandajas". Zapatero hace lo que puede, pero los restos de Montesquieu que quedan en España le impiden cumplir ante ETA. Por otro lado, las condiciones del Gobierno son que ETA no atente. Pero roban una partida importante de pistolas. Practican el terrorismo callejero a diario. Extorsionan a los empresarios sin descanso. Ante ello, el Gobierno sólo puede repetir patéticamente que su condición es la ausencia de "violencia", como prefiere denominar la actividad criminal de la banda, mientras ETA le advierte de que no acepta condiciones e intenta quemar vivos a dos policías locales en Bilbao, para dejar constancia de su actitud.

Zapatero está en un callejón sin salida. Los criminales no parece que estén dispuestos a echarse atrás y todavía quedan restos de Estado de Derecho que le impiden hacer cumplir los deseos de ETA. En esta tesitura, lo que desprende la camarilla que dirige el Gobierno es un patetismo atroz. Nadie piensa en que Zapatero pueda dar un puñetazo en la mesa de negociación y decir "hasta aquí hemos llegado". Y menos ETA, que sabe como nadie de su debilidad. Y lo único que puede hacer es repetir, de forma mecánica y patética, su discurso, sin relación alguna con la realidad. Que "con violencia, nada de nada", profiere ZP mientras ETA se muestra más y más violenta sin que él se pueda permitir la honradez política de detener el diálogo con la banda criminal. Y arremete contra el PP. Un recurso desgastado y cada vez con menor recorrido.

En estas condiciones, 2008, en lugar de acercarse con el deshoje del calendario, parece cada vez más lejano. Desbordado, sin control alguno de la situación, Zapatero suplicará a la banda un gesto que le permita convocar elecciones antes de que su descontrol se haga más aparente. Pero ETA le sigue exigiendo cheques para los que no tiene fondos. Sólo la coincidencia en el deseo de convertir la democracia española en otra cosa y la convicción compartida de que el PP no debe volver al poder podría forjar un acuerdo en la esperanza de que una segunda legislatura dará más capacidad de maniobra a Zapatero. Pero no lo tiene fácil.

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