Primero fue el asedio al gobierno legítimo del primer ministro Siniora. Ahora, de acuerdo con la prensa más reciente de la zona, Hezbolá está orquestando nuevos asaltos a las instituciones. Esta vez quiere paralizar el aeropuerto y el puerto. Mañana las plantas de electricidad. Todo para poder demostrar que el gobierno es incapaz de funcionar y que se debe traspasar el poder a su aparato.
En las últimas horas están surgiendo respuestas sunnitas a la ofensiva chiíta fundamentalista de Hezbolá y podría ser que su líder espiritual y guía política, Nasrallah, esté confundiendo sus deseos con la realidad. El país está dividido y no todos apuestan por su organización. Ahora, no cabe duda de que si se lanza a esta guerra, su guerra contra el gobierno, se debe en gran parte al empuje que siente desde Siria. Bashar al-Asad sabe que la investigación sobre el asesinato del entonces primer ministro Rafia al-Hariri apunta hasta el círculo familiar más estrecho suyo, por lo que la constitución de un tribunal encargado de juzgar a los culpables iría contra sus más directos intereses. Buscando una nueva relación de fuerzas en Beirut intenta despejar para siempre esa posibilidad. Y nada mejor para ello que cargarse o mermar las fuerzas de Siniora y fortalecer a su aliado, Hezbolá.
¿Hasta dónde están dispuestos a llegar en esta crisis los chiítas libaneses? Crisis por lo demás que ellos mismos han desencadenado. Es posible que la movilización de masas tenga por objetivo que Siniora se rinda y acepte convocar elecciones, en la esperanza que esas elecciones den mayor relevancia a Hezbolá, pero puede muy bien que Hezbolá tenga una estrategia de escalada para acabar ya con el gobierno. Si éste no capitula, la violencia doméstica estará otra vez servida.
Y en ese escenario se mueven las tropas de la UNIFIL desplegadas de acuerdo con la resolución 1701, incluidas las españolas. ¿Qué van a hacer si se consagra este golpe de estado por parte de Hezbolá? En teoría están allí para ayudar al gobierno legítimamente constituido, no a cualquier gobierno. Si Hezbolá toma las riendas del estado, aunque sea por agente interpuesto, los soldados de la UNIFIL deberían retirarse de inmediato. No deben ni pueden apoyar a un gobierno de Hezbolá ni a un nuevo títere de Siria.