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Carlos Rodríguez Braun

Ciudadanos y vivienda

Mi piso vacío, por tanto, no es mío sino de la sociedad y el Estado. Mi propiedad es un medio al albur de la política y la legislación. Si se descubre o se concluye que es bueno que la autoridad me lo expropie, el señor Rivera dirá: "Bienvenido sea".

Albert Rivera, presidente de Ciudadanos, se definió como "socialdemócrata y liberal". A continuación dijo que no era partidario de la ley catalana de expropiación de los pisos vacíos, pero añadió: "si esa fuera la solución al problema de la vivienda, bienvenida sea".

El peso del pensamiento único es tal que incluso personas como don Albert, que son impecablemente amigas de la libertad a la hora de denunciar el fascismo de los nacionalistas, caen seducidas por el intervencionismo económico.

El señor Rivera no incurre en confusión cuando defiende la libertad en Cataluña. Como la libertad individual es un fin, él no admite que el totalitarismo nacionalista la utilice pretendiendo alcanzar objetivos colectivos más o menos plausibles, como, por ejemplo, la promoción o defensa de la lengua catalana. Pero ¿por qué cambia el discurso cuando se topa con la propiedad?

Ya sé que ha dicho que no le gusta la propensión expropiadora del tripartito, pero no le gusta porque cree que no es la solución al problema de la vivienda. En otras palabras, está tomando la propiedad como si fuera un instrumento, que el poder puede utilizar o no según las circunstancias. Mi piso vacío, por tanto, no es mío sino de la sociedad y el Estado. Mi propiedad es un medio al albur de la política y la legislación. Si se descubre o se concluye que es bueno que la autoridad me lo expropie, el señor Rivera dirá: "Bienvenido sea".

La propiedad, sin embargo, no es un medio, sino un fin. Es como la libertad. Por eso todas las dictaduras son enemigas de ambas.

Dirá usted que exagero, que esa actitud del señor Rivera es la normal, y que todos los políticos de todos los partidos confluyen en una mezcla de socialismo y liberalismo, todos minusvaloran la importancia de la propiedad, y están dispuestos a jugar con ella como si fuera un mero instrumento, y no un baluarte de la libertad. Tiene usted razón, pero yo abrigaba la esperanza de que Albert Rivera y Ciudadanos fueran otra cosa.

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