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EDITORIAL

La comparecencia de la nocturnidad

Para Rubalcaba es fundamental que la gente no sea consciente -o ni siquiera recuerde- que este mal llamado "proceso de paz" surgió de una oferta de colaboración a la banda armada por parte del gobierno del 14-M

No sabemos si, tal y como apuntó El País en marzo, el Gobierno de Zapatero y ETA llegaron a consensuar el texto del primer comunicado de "alto el fuego" de la organización terrorista. Lo que resulta patente es el empeño del Gobierno por ocultar todos los contactos que, con anterioridad y posterioridad a dicho comunicado, han estado manteniendo los socialistas con la organización terrorista. Y eso pese a que de dichos contactos ya han dado relativa cuenta algunos otros medios de comunicación.

Ese estratégico empeño gubernamental por hacernos creer que estamos en las "fases preliminares" del "proceso" es lo más bochornoso y claro que hemos podido extraer de la vacua e inaceptable comparecencia de Rubalcaba, quien no ha querido ni desmentir ni confirmar el encuentro en este mes de diciembre al que hoy hacían referencia algunos periódicos.

Lo de la "fase preliminar" es una expresión maestra de la manipulación, sólo digna del sin par Rubalcaba, que sirve tanto como guiño a ETA, para que tenga paciencia para lo mucho que le queda por cobrar, como forma de curarse en salud ante los ciudadanos por si ETA la perdiera antes de tiempo.

Para Rubalcaba es fundamental que la gente no sea consciente –o ni siquiera recuerde– que este mal llamado "proceso de paz" surgió de una oferta de colaboración a la banda armada por parte del Gobierno del 14-M. Así se refleja no sólo en esos "compromisos adquiridos" que ETA recuerda insistentemente al Ejecutivo, sino incluso en aquella pública oferta gubernamental de impunidad y de consenso político con los separatistas –incluida la "izquierda abertzale"– para "superar" el actual marco-jurídico político del País Vasco. Si el Gobierno de Zapatero ofreció eso a través de las páginas de El País, a cambio de una tregua "cuanto antes", imagínense las esperanzas que, en la clandestinidad y sin más testigos que los terroristas, tuvo que alimentar en ETA para conseguir que la banda diera el paso de anunciar una tregua en pro del avance hacia los totalitarios objetivos soberanistas por los que los terroristas han estado matando a tantos españoles durante tanto tiempo.

No vamos a ser nosotros quienes digamos que Zapatero haya defraudado a ETA, menos aún en un día en que el Gobierno no ha hecho el menor comentario a la fuga, a punta de pistola, de unos etarras en Francia y en una jornada en la que ha hecho la vista gorda ante la multitud de manifestaciones proetarras que han burlado impunemente la Ley de Partidos. Sin embargo, la inmoral colaboración y lo gestos de buena voluntad hacia los criminales y a los que los jalean no alcanzan todavía a lo que los etarras esperan lograr de este indecente Gobierno, aunque sea mucho más de lo que hayan podido obtener de ningún otro.

Es por ello más necesario que nunca que la derecha no insensibilice a los ciudadanos denunciando al Gobierno en base a los objetivos máximos que siempre ha perseguido la organización terrorista para dejar definitivamente de matar. Lo que hay que fijarse es en el Estatuto de Guernica y en que no pasen desapercibidas las concesiones que Zapatero vaya haciendo a la organización terrorista para hacerla creer que continuando juntos, aunque sea despacio, ambos siguen teniendo mucho que ganar.

En España

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