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Juan Carlos Girauta

Second Life

En una de las vidas que vivimos hay explosivos reales que revientan vehículos en nombre de las libertades colectivas. En la segunda vida, mientras tanto, se puede sostener sin pestañear que nada de todo eso está sucediendo.

Progres, nacionalistas y pasteleros del centro (majaderos, enajenados y antiguos extremistas de derecha, respectivamente), todos ellos conciudadanos nuestros a su pesar, pueden haber encontrado la solución a los problemas que ellos mismos han creado. La clave está en el modo inédito en que afirman y afirman, sin descanso ni rubor, que están haciendo lo contrario de lo que hacen.

Se han inspirado en Second Life, la comunidad virtual donde cientos de miles de individuos viven sus vidas paralelas a través de "avatares", imitando mal que mal un universo real. Bidimensional e inodoro. Intangible e intacto. Indoloro. Con todo, uno puede hacerse rico en su segunda vida, medrar, mandar, saltar a medios de comunicación alimentados por supuestas agencias de noticias que informan sobre una presunta sociedad.

Debimos sospecharlo cuando la memorable cinta Matrix nos reveló la verdadera esencia de la nación catalana. ¿Por qué no iban a hacer el mismo trabajo los constructores de patrias alternativas con España toda? Acostumbrar a los ciudadanos al salto caprichoso entre vidas paralelas presenta ventajas asombrosas. Se puede, de entrada, violar la ley con desparpajo en el mundo que huele y que duele mientras se reafirma en pantalla –desde el avatar– el compromiso inquebrantable con el Estado de Derecho.

En una de las vidas que vivimos hay explosivos reales que revientan vehículos en nombre de las libertades colectivas. Y persiste una amenaza cierta y mortal. En la segunda vida, mientras tanto, se puede sostener sin pestañear que nada de todo eso está sucediendo. Que la amenaza cierta se llama paz. Que si algo explota no ha sido por obra de los libertadores. Y que si finalmente lo ha sido, ellos no tienen culpa. No se trata de terrorismo. No afecta al "proceso".

El verdadero proceso en marcha no es de paz sino de hipnosis. Hay acciones del mundo real que pueden ser obviadas en el trasunto virtual, como hay consecuencias que no quedan registradas en la memoria del sistema. Ay de aquel que ose irrumpir en Second Life con quejas o exigencias propias de la Primera Vida. Será, por definición, un farsante, un aguafiestas, un pirata. Como ese manifestante poliomielítico culpable de existir, sospechoso de nacimiento.

"Nuestra Constitución nos ofrece un marco amplio y generoso que asegura la convivencia en libertad de todos los españoles, el pleno ejercicio de nuestros derechos y la pacífica defensa de cualquier opción política. Por ello, en democracia, la única respuesta a la extorsión, la coacción y la violencia es la que resulta de la primacía de la Ley y del Estado de Derecho." (Juan Carlos I, Rey de las Españas)

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