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Ignacio Villa

De la confusión a la mentira

Como ya sucediera con el robo de 350 pistolas en Francia, el Gobierno parece creer que los españoles estamos tan alelados con la retórica del "proceso de paz" que nos creeremos cualquier cosa con tal de no romper el hechizo.

No se puede negar que el Gobierno ha cumplido con uno de los objetivos que tenía planteados desde el inicio del proceso de rendición: el reino de la confusión total ya está aquí. Por medio del silencio ante las andanzas de ETA, el cerrojazo ante la opinión pública de las negociaciones y la apuesta sistemática por despistar a los ciudadanos, al menos han logrado disimular un poco ante el escaparate de la Nación la humillación a la que Zapatero está sometiendo a la democracia y el peligro en que ha puesto a España, la base en que descansan nuestras libertades.

El último ejemplo de esta estrategia lo hemos visto este fin de semana. El día antes de Nochebuena hemos sabido de la aparición de dos zulos en el País Vasco. Uno de ellos, en concreto, escondía una importante cantidad de explosivos y detonadores. Este hallazgo indica, según muchos expertos, que la banda terrorista ETA se está rearmando a un ritmo vertiginoso. Pues bien, ¿qué dice el Gobierno? Ni el presidente Zapatero, ni el ministro Rubalcaba se han dignado a aparecer ante los medios. Sólo ha abierto la boca el responsable del mando único de la Guardia Civil y de la Policía Nacional, el señor Mesquida, intentando convencernos de que lo blanco es negro y lo negro, blanco. Como ya sucediera con el robo de 350 pistolas en Francia, el Gobierno parece creer que los españoles estamos tan alelados con la retórica del "proceso de paz" que nos creeremos cualquier cosa con tal de no romper el hechizo. Mesquida ha aplicado hasta el más mínimo detalle las directrices de un presidente empeñado en seguir adelante con un proceso que tiene como única salida la rendición ante los terroristas: dice que ETA no se rearma y hay que creerlo a ciegas.

Lo cierto es que, en estos últimos días del mes de diciembre, ha cuajado entre los españoles la certeza de que los terroristas etarras tienen la sartén por el mango. Zapatero ha aceptado sus reglas y se sabe entregado en manos de los terrorista. Quizá pensó que podría ir recuperando el control poco a poco, pero la realidad ha desmentido esa ensoñación. Zapatero ha cedido y, como era previsible, los etarras no han renunciado a ninguna de sus pretensiones.

Nueve meses después del inicio del alto el fuego de ETA, el Gobierno presenta un comportamiento esperpéntico negando la verdad de los hechos mientras acepta las condiciones de ETA. Zapatero prefiere instalarse en una posición llena de falsedades que oculta tras una cortina de confusión, enredo y manipulación. Por ejemplo, el Gobierno español todavía no ha reconocido públicamente la autoría etarra del robo de 350 pistolas en Francia varias semanas después de que se produjera, pero no les importa. Están comprometidos en la tarea de dibujar una realidad alternativa que responda a sus intereses; lo que acontezca en el mundo de verdad en el que viven los ciudadanos españoles no despierta en ellos ni el más mínimo interés. Ahora que se han descubierto los zulos de ETA se les ve capaces de decir que son viejos escondites de la Guerra Civil y quedarse tan contentos. Cuando un presidente utiliza la confusión para ocultar la verdad es que está instalado en la mentira como forma de gobernar.

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