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Amando de Miguel

Palabras

Lorenzo Martínez Gómez critica a Serafín Fanjul por el uso de detentar en el sentido de poseer algo con toda legitimidad. En puridad, tiene razón don Lorenzo: detentar es poseer algo ilegítimamente. Pero ese es un uso culto y hasta culterano

José María Navia-Osorio se rebela contra la Real Academia para reivindicar el uso de chinchón en lugar de chichón (= hinchazón en la cabeza producido por un golpe). Él siempre dice "chinchón". Si hubiera muchos de esa opinión, acabaríamos aceptando la variante "chinchón". Esa es la razón por la que se puede admitir "cocretas" o incluso "cocletas" en lugar del correcto croquetas. Pero, de momento, chichón es lo que es desde hace varios siglos. Claramente, el étimo es chicha (= carne, una voz onomatopéyica para el acto de masticar). Hay una "quina chinchona" en memoria de doña Ana Osorio, marquesa de Chinchón y virreina del Perú en el siglo XVII; no sé si antepasada de don José María. Está también el "chinchón", un anís que se fabrica en el pueblo madrileño de Chinchón. Tenemos asimismo "chinchorrero" (= el que crea molestias o anda con burlas o patrañas; es un italianismo).

Lorenzo Martínez Gómez critica a Serafín Fanjul por el uso de detentar en el sentido de poseer algo con toda legitimidad. En puridad, tiene razón don Lorenzo: detentar es poseer algo ilegítimamente. Pero ese es un uso culto y hasta culterano. En el habla corriente es perfectamente potable el uso que da a la dichosa palabra el seráfico Serafín Fanjul. Es decir, detentar equivaldría también a poseer algo, incluido un cargo o dignidad, sin hacer constar la legitimidad de esa posesión. Así figura en el DEA de Manuel Seco, el diccionario de uso más completo. Está bien la búsqueda de la pureza del idioma, pero sin enredarse con los purismos. Yo mismo me paso muchas veces de escrupuloso.

Un libertario catalán que desea mantener oculto su nombre comenta que la voz almilla (= chaleco femenino) debe de estar emparentada con la catalana armilla (= chaleco). No lo dudo, tantas son las semejanzas entre los dos idiomas. El DRAE nos habla del origen latino: firmus (= firme, que sujeta). No me convence mucho.

Continúan los libertarios animosos con la recopilación de palabras sonoras que describen prendas de vestir de otros tiempos. Fernando Herreros sugiere:

  • Pololos [= pantalones bombachos cortos que utilizaban las niñas y jovencitas en la época franquista para hacer gimnasia. Antiguamente constituían una pieza de ropa interior].
  • Corpiño [= prenda interior femenina que cubría el torso. Con el tiempo derivó hacia el corsé, del que, a su vez, se estilizó en el sostén, luego sujetador].

Javier Aymerich Bartolomé aporta más nombres para el fondo (histórico) de armario:

  • Chapín (= chanclo o babucha)
  • Chambergo (= sombrero de ala ancha)
  • Coselete (= coraza de cuero)
  • Polaina (= media calza de paño o cuero que se abotona hacia fuera)
  • Zajón o zahón (= especie de mandil que cubre las piernas por delante para resguardar el traje al montar a caballo)
  • Puñeta (= encaje sobre la manga de la toga o de otro traje reverencial)
  • Sardineta (= adorno con los galones de ciertos uniformes militares)
  • Gabán (= prenda de abrigo, capote)
  • Trenca (= chaquetón tres cuartos utilizado por los soldados de la Marina británica durante la segunda guerra mundial. Más tarde pasó a ser prenda civil. Se abrocha con alamares de madera y cordones de cuero o cuerda. En su día fue una prenda juvenil y progresista para ambos sexos).
  • Boto (= bota alta campera)
  • Faltriquera (= bolsillo atado a la cintura)

José Luis Medina (San Francisco, California, USA) recuerda la palabra regomello o regomeyo. Es una especie de malestar indefinido físico o psíquico. Añado que es un punto menos que alifafe y un equivalente popular de depresión.

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