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EDITORIAL

Una verruga en el Consejo de la Juventud

La ridícula campaña que el Consejo de la Juventud ha iniciado a cargo del contribuyente tiene más probabilidades de hacer célebre a una verruga que de cumplir los supuestos objetivos para la que ha sido diseñada.

El Consejo de la Juventud parece empeñado en alcanzar notoriedad a base de estériles y ridículas campañas publicitarias, no por ello menos costosas para el sufrido contribuyente. Si la célebre campaña del "Referéndum plus", una bebida energética que se repartió con el propósito de potenciar la participación en el referéndum sobre la Constitución Europea, no evitó la histórica abstención en aquella consulta, la no menos ridícula campaña de la "Kelifinder", que incluía un reparto gratuito de miles de zapatillas para buscar casa, tampoco impidió que la vivienda sea cada vez más inaccesible para los jóvenes.

Ahora el Consejo de la Juventud vuelve a la carga con una nueva campaña que tiene a una verruga, denominada "Warren", como protagonista, y que amenaza con salirle a los jóvenes que "no toman la calle" y no se implican en los "problemas sociales" que les aquejan.

No vamos a negar acierto técnico y creativo a la empresa Shackleton, contratada para la realización del spot publicitario, pues no es esa la cuestión, como tampoco lo era entrar a valorar la calidad de la bebida o de las zapatillas que sirvieron de demagógica percha a las campañas anteriores. Pero sí, desde luego, a criticar el absurdo uso propagandístico de una campaña que tiene más probabilidades de hacer célebre a una verruga que de cumplir los supuestos objetivos para los que ha sido diseñada.

Por otra parte, los jóvenes ya son bastante conscientes de los problemas que les aquejan, como para que vengan a recordárselos una especie de sátiro "Pepito grillo" con forma de verruga. Y es que, en realidad, lo que trata el Consejo de la Juventud, cuyo presidente es un sindicalista de UGT y sus vicepresidentes una dirigente de Juventudes Socialistas y un miembro de CC OO, no es tanto animar a los jóvenes a denunciar los problemas que les aquejan, sino a adoctrinarlos ideológicamente en la percepción y supuesta resolución de los mismos. Y todo a cargo del contribuyente y sin el riesgo de que a ellos les salgan una más que merecida verruga.

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