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Antonio Robles

Los mártires de la lengua y Telemadrid

. El problema de Rahola y los demás nacionalistas es el de los aristócratas de todos los tiempos: se creen con derechos históricos para dominar la tierra, los bienes y el curso de la vida del resto de mortales.

La mejor forma de desautorizar una calumnia es demostrarla falsa con datos y argumentos. Nada de esto se ha hecho con el reportaje "Ciudadanos de segunda" de Telemadrid, donde se denuncia la marginación de los derechos lingüísticos de los ciudadanos castellanohablantes en Cataluña.

Lo tenían fácil, lo siguen teniendo tirado con las reproducciones que se siguen haciendo por Internet, pero prefieren criminalizar a Telemadrid, a El Mundo TV y montar un muro de las lamentaciones para seguir ocultándose a sí mismos el Savoranola que llevan dentro. Un ejército de fieles lo ha hecho y lo sigue haciendo a través de las ondas de radio, las televisiones y los artículos en los periódicos. Pilar Rahola, en El Periódico de Catalunya (14/04/07), me inspira esta réplica.

Toda su teoría consiste en afirmar que durante los últimos catorce años se ha ido fraguando un lento estado de opinión contra el catalán y contra Cataluña desde los oscuros micrófonos clericales y la España negra del PP. El resto son insultos y el consabido victimismo expresado a través de ellos ("delirante reportaje", "aullando", "intolerancia", "soezmente", "miserias", "demagógico", "burda manipulación", "pedrojotas", "infamia", "difamación", "mentir", "mentira", "difamar"...), pero ni una sola referencia a las supuestas difamaciones ni, por supuesto, ninguna demostración de que nada de lo denunciado sea falso.

¿Acaso es falso que hoy en Cataluña no se puede estudiar en castellano en ninguna escuela primaria? ¿Es falso que las aulas de acogida existen para fijar el catalán como única lengua de relación en la escuela? ¿Es falso que en algunos colegios ni siquiera se dan las clases de castellano en castellano y en algún otro ni siquiera se da la asignatura?

¿Es falso que la administración autonómica, toda la administración autonómica (escuela, institutos, universidad, ayuntamientos, parlamento, museos, centros cívicos, etc. tienen como lengua única de trabajo el catalán? ¿Es falso que para optar a cualquier trabajo en ella se ha de pasar un examen de catalán sin oportunidad para los que acaban de llegar de haber tenido tiempo para aprenderlo?

¿Es falso que existen "oficinas de garantías lingüísticas" únicamente para defender los derechos del catalán y para multar a través de la oficinas de Consumo de la Generalitat a quienes utilicen sólo el castellano en sus establecimientos comerciales? ¿Son falsas las más de 300 multas que sus inspectores han impuesto a otros tantos establecimientos comerciales, recaudando 223.225 €?  

¿Es falso que toda la toponimia en castellano ha sido eliminada de nuestro callejero para sustituirla sólo y únicamente en catalán? ¿Es falso que los medios públicos de comunicación de Cataluña utilizan únicamente el catalán, traduciendo incluso los SMS que envían los teleespectadores a TV3 cuando están en castellano? ¿Es falso que, en una comunidad que hay más del cincuenta por ciento de ciudadanos que tienen al castellano como lengua habitual, en el Parlamento sólo hablen castellano los tres diputados de Ciutadans?

Entiendo que a Pilar Rahola y a todos los demás nacionalistas les irrite que haya un "lento estado de opinión" que piense que todo eso que acabo de enunciar es inadmisible. Pero el que ellos consideren que la inmersión es buena para los niños castellanohablantes y mala para los catalanohablantes y que la única lengua propia de Cataluña es la suya no quiere decir que sea legal, ni siquiera decente. Confunden sus deseos de que Cataluña sea de tal o cual forma con que se tenga o no derecho a denunciar lo que otros opinan que supone una merma de sus derechos. El problema de Rahola y los demás nacionalistas es el de los aristócratas de todos los tiempos: se creen con derechos históricos para dominar la tierra, los bienes y el curso de la vida del resto de mortales.

Sus contradicciones son tan sistemáticas que ni siquiera tratan ya de enmascararlas. Un ejemplo entre mil: El vicepresidente del Gobierno de la Generalitat, Carod Rovira, a la vez que carga contra el reportaje por mentir, no se le caen los anillos para afirmar: "Ninguna (lengua) nos molesta, pero la nuestra, la primera."

Sí es verdad, sin embargo, que el reportaje de Telemadrid es parcial y pendenciero. Expone una realidad que es incontestable (menos para los nacionalistas), pero deja de exponer otra que falsifica el conjunto. La exclusión de los derechos de los ciudadanos castellanohablantes se circunscribe a los organismos oficiales de la administración de la Generalitat de Cataluña: Parlamento, Gobierno autónomo, Ayuntamientos, Escuelas, medios de comunicación públicos, sanidad, centros cívicos, la mayor parte de asociaciones culturales, etc., pero la sociedad civil en general no vive estos avatares con exclusión y mucho menos con angustia. Si bien es cierto que la atmósfera de acoso que crean desborda esos ámbitos administrativos y afecta a la sociedad civil.

Se echaba en falta una representación de los miles y miles de ciudadanos de las dos lenguas que no están de acuerdo con la política monolingüista de la Generalitat, ni participan del nacionalismo excluyente. Les aseguro que son la mayoría social, pero hoy aún no tienen poder.

Teniendo razón Telemadrid en el fondo, la pierde en el formato. Y mientras tanto, aquí ya han adoptado a la cadena autonómica como nuevo hombre del saco. ¡Hay que tener huevos! TV3 lleva haciendo eso y más hace dos décadas y ni siquiera se han dado cuenta. ¡Angelitos!

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