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EDITORIAL

Pobres muertos, pobre España

La decisión de Garzón, contra la montaña de evidencias de que ANV es Batasuna y, por lo tanto, es ETA, resume la consunción del Estado de Derecho a manos de un Gobierno que ha decidido prescindir de todo escrúpulo de índole moral o legal

Los plazos fijados por ETA se cumplen y los pagos a su chantaje se satisfacen con meticulosa puntualidad. En pleno puente festivo, con una parte de la sociedad española desconectada por vacaciones, el juez Baltasar Garzón ha decidido no suspender las listas de ANV (Acción Nacionalista Vasca), porque no guardan –sostiene sin rubor el mismo juez que acaba de ser desautorizado por su instrucción del llamado caso del Lino– relación con Batasuna-ETA. Como las brujas de Macbeth, los argumentos del Gobierno y de su acompañante judicial han conseguido transformar lo blanco en negro y lo negro en blanco, cuando de adaptar la Ley al apaciguamiento se trata.
 
Lo más bochornoso del llamado "proceso de paz" no es su naturaleza encubierta de paz "como sea", con ser humillante para los españoles y, en particular, para las víctimas y su derecho a que se haga Justicia. La afrenta más escandalosa es contra la razón y la inteligencia, al pretender hacer pasar por legal lo que es un fraude de Ley;  por complejo lo que es sencillo; por oscuro lo que es evidente, y por celo jurídico lo que es vulgar rendición. Lo blanco es negro y lo negro es blanco. El bien se vuelve mal, los lobos se visten de corderos pacifistas y la trampa, de Ley.
 
La decisión de Garzón, en contra de la montaña de evidencias de que ANV es Batasuna y, por lo tanto, es ETA, resume la consunción del Estado de Derecho a  manos de un Gobierno que ha decidido prescindir de todo escrúpulo de índole moral o legal que le impida cumplir con lo que la banda terrorista le pida.
 
El mandatario más traicionero desde Fernando VII está dispuesto a deponer la justicia, la dignidad y la memoria de las víctimas a cambio de que ETA le deje seguir en el poder.  Si la Ley es un obstáculo, ni siquiera tendrá el valor de proponer su reforma. Bastará con que las normas, como las palabras en su boca, signifiquen cualquier cosa, lo que convenga en cada instante, y el horizonte se despejará para cualquier ambición.
 
No hay nada tan corrompido hoy en Europa como la desdichada democracia española a manos del nido de termitas en letal estampida por la historia de nuestra nación. Aparte de un reguero de cinismo, su paso no deja nada y lo devora todo: la libertad, la justicia, la confianza. Pobres muertos, pobre España.

En España

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