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Cristina Losada

La compra de una prórroga

Los proetarras se manifiestan sin freno y se prohíben, en cambio, algunas de las concentraciones convocadas por la Plataforma Libertad este martes bajo el lema "ETA fuera de las instituciones". La justicia de Cándido ampara a los peores.

El domingo, el sistema democrático español no habrá dado dos pasos atrás, después de dar un paso adelante, como en el título de Lenin. Ese día, una vez consumado el regreso de la banda terrorista ETA a más de un centenar de instituciones vascas y navarras, daremos un salto. Uno que costará rectificar, si es que se presenta la oportunidad y aparece la voluntad. Un salto mortal. No se tratará sólo de una vuelta atrás, a los muchos años en que los cómplices del terrorismo medraban en los ayuntamientos y nutrían con fondos públicos las nóminas de los abonados al tiro en la nuca y a las bombas. Esto volverá a ser así, como antes. Se consumará la derogación de facto de la ilegalización de Batasuna, preludiada por los cuidados paternales de la Fiscalía, por las tiernas miradas de Patxi Nadie, por la exquisita tolerancia con los saraos de los proetarras y por la debilidad de Zapatero hacia los hombres y mujeres de paz que ha ido descubriendo entre la tropa que sabotea los actos electorales en el País Vasco. En suma, se tirará por el desagüe la decisión política que más daño había hecho al entramado del terror, el efecto más trascendental del Pacto Antiterrorista, enterrado en la clandestinidad cuando apenas había dado sus primeros pasos y frutos.

Pero lo que hace de este retroceso un avance sin precedentes para quienes se proponen dinamitar el sistema se encuentra en su mismo origen. En el hecho de que la presentación de la ETA a estas elecciones montada en el viejo rocín de ANV sea el resultado de una negociación (información o toma de temperatura lo llaman ahora) entre el Gobierno y la banda, es decir, del "proceso". Se trata de una nueva compra de un tiempo sin muertos. Compras cada vez más a corto plazo y cada vez con menos garantías. Y se trata de que habrá más. Más compras. Inevitablemente. El mercadeo no se ha interrumpido. Zapatero sigue preso de la dinámica que desencadenó. Pero, cuidado, preso voluntario. Consciente y no por error. A estas alturas, queda poco espacio para especular con la imbecilidad o la equivocación. Cierto que la potencia intoxicadora de unas ideas que sustenten la ambición de conseguir un poder absoluto es inmensa. Sin embargo, después del 30-D, hasta ZP ha de sospechar que la ETA no se contentará con menos que todo. No, no hay error, sino intereses comunes. Las aspiraciones de poder de la banda terrorista y de los dirigentes del PSOE, aún a pesar de las diferencias que entrañan, les impulsan a recorrer esta parte del camino juntos.

Las prórrogas que el Gobierno compra a la banda terrorista tienen sus partidarios. Creen que mientras no mate, todo va bien. O, por lo menos, mejor. Piensan que con algún palo ocasional y las zanahorias en forma de cesiones que minusvaloran puede llegar ese final a un precio que siempre les parece barato. Miran a Irlanda sin ver, y dicen, como el Rey, que "hay que intentarlo". Que si se consigue, se consigue. Y si en aras de esa fantasía, se les entrega poder a los terroristas, como ocurrirá el domingo, se encogen de hombros. ¿Libertad? ¿Para qué? Así, con suprema indiferencia, se condena al acoso, a la amenaza y a la persecución a los no nacionalistas del País Vasco. Estos días se ha visionado el trailer de lo que ocurrirá. Como se ha visto, durante estos años, la actitud del Gobierno: ningún impedimento para las huestes de ETA; todos los obstáculos posibles para quienes se oponen a su fortalecimiento. Los proetarras se manifiestan sin freno y se prohíben, en cambio, algunas de las concentraciones convocadas por la Plataforma Libertad este martes bajo el lema "ETA fuera de las instituciones". La justicia de Cándido ampara a los peores.

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