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Jorge Vilches

Un mapa para Regàs

"Por ser mujer", dice Rosa Regàs. Y es que en eso de ser de izquierdas hay siempre un beneficio: la culpa es del otro. No hay responsabilidades, ni conciencia que valga. Es la eterna adolescencia.

"Por ser mujer", dice Rosa Regàs. Y es que en eso de ser de izquierdas hay siempre un beneficio: la culpa es del otro. No hay responsabilidades, ni conciencia que valga. Es la eterna adolescencia, y no sólo en la visión simple y maniquea de la política y la sociedad.

Su dimisión, dice Regàs, ha sido la consecuencia de una conspiración de los medios de la "extrema derecha": la COPE, el ABC y Ansón, que es un medio en sí mismo. Pero también el resultado de la "mala opinión" que el nuevo ministro de Cultura tiene sobre ella.

El argumento es que "no les gusta que manden las mujeres. Y menos una de izquierdas como yo, que no tiene costumbre de callarse". Regàs, así, sin un gran esfuerzo intelectual, suma la irresponsabilidad al victimismo: es una mujer de izquierdas que ha sufrido una conspiración facha y el machismo.

No acaba aquí. El cargo de director de la Biblioteca Nacional lo ha estrenado Rosa Regàs. Sí; la escritora declaró a la Cadena Ser que cuando llegó a la institución ésta aún "estaba en el siglo XIX". No hace falta más que echar cuentas si consideramos que la Biblioteca Nacional se abrió al público el 16 de marzo de 1896. La desafortunada afirmación no solamente es un grave insulto a los antiguos directores, ministros y empleados del centro, sino una muestra de soberbia y engreimiento.

Esta actitud encaja perfectamente con el desprecio mostrado por Regàs hacia los robos en la institución. La sustracción de fondos, dice, es algo que ocurre en cualquier biblioteca. Cierto; sobre todo si se disminuyen las medidas de seguridad. Los "nuevos tiempos" que quiso imprimir la ex directora se compadecían mal con unas prácticas de control que, según Regàs, "recordaban a un recinto carcelario", y que a la directora técnica, Teresa Malo, le parecían "propias de dictaduras represoras" (sic). Ese buenismo tontorrón es propio de los que, como Regàs, participan del optimismo antropológico de Zapatero, esa situación zen basada en un estado de naturaleza fetén, bizcochable, que sólo la derecha extrema, neoliberal, yanqui, represora y vampírica perturba con su existencia.

A la irresponsabilidad, el victimismo y la inacción, sumamos el sectarismo: "es importante ser de izquierdas para dirigir la Biblioteca Nacional". Y después de darnos esta prueba infantil de la superioridad cultural de la gauche divine, nos encontramos con el despilfarro durante su dirección. Lo pagado a conferenciantes y las obligadísimas y opíparas cenas consiguientes han debido servir a alguien. Pero, ¿los 132.000 euros gastados en el diseño de la página web de la Biblioteca Nacional? Visítela y horrorícese. En fin, como diría el embajador español en Buenos Aires después de conocer que Regàs le pasaba la pelota del latrocinio: "Me parece aberrante".

Y Règas se va. Se va, dice, de vacaciones tras tres años y medio de intenso trabajo. Para ese viaje necesitará un mapamundi, aunque más actualizado que esos de Ptolomeo, mutilados de su Cosmografía de 1482, incunables, irrepetibles, que robaron durante su dirección de la Biblioteca Nacional. Buen viaje.

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