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Juan Carlos Girauta

A ver qué pasa

Acertar en la tele te asciende a los cielos y que rilarse ante la cámara te envía al último círculo del infierno, donde pasan la eternidad unos señores con corbata condenados a repetir por siempre: estuve a punto de ganar.

Con las elecciones tan cerca, se entiende el furor demoscópico; que anden los periodistas tan contentos porque ya tienen tema que ordeñar, que corran los políticos tan agitados por las remotas provincias, contando intenciones y proyectando resultados. La cuenta de la vieja. Por entender, se entiende incluso que a unos les convenga parecer que empatan ganando, pues gobiernan, y a otros que empatan perdiendo, pues hay que evitar que el votante "se desmovilice". El votante, a juzgar por algunos análisis, es un narcoléptico a quien hay que estar despertando para que no se quede dormido sobre el plato de sopa, a riesgo de que le cierren los colegios electorales en plena siesta.

Perdonen que señale lo evidente, pero los resultados no están escritos, nadie los conoce por mucho que pregunte el bueno de Malo. Se están forjando. Si acudimos a la última campaña con debates televisados a dos, descubriremos que acertar en la tele te asciende a los cielos y que rilarse ante la cámara te envía al último círculo del infierno, donde pasan la eternidad unos señores con corbata condenados a repetir por siempre: estuve a punto de ganar.

Los debates Aznar-González del 93 demostraron que se puede mover más de un millón de votos en un momentín. A los que dudan por dudar les refresco lo que recogí en La eclosión liberal, que parece mentira que a estas alturas todavía no se hayan comprado el libro:

Según el diario El País, apoyado en Demoscopia, el primer debate había inclinado a favor del PP –que ya iba por delante del PSOE en intención de voto– ¡a 1.100.000 indecisos! No hay datos publicados sobre la influencia del segundo debate debido a restricciones legales: se realizó demasiado cerca de las elecciones. Aunque en realidad sí existen datos significativos e inapelables: los propios resultados electorales. 9.150.083 votantes se inclinaron por el PSOE (38’4 %) y 8.201.463 por el PP (34’5 %). Todas las encuestas de todas las empresas demoscópicas habían otorgado la victoria al PP.

O sea, Aznar acertó en el primer debate y erró en el segundo. Pero González tenía mucho más peligro que Z, así que todo indica que los próximos cara a cara romperán el empate técnico a favor de Rajoy. Los que consideramos a Z una catástrofe para la democracia, para la inteligencia y para España tenemos motivos para el optimismo... siempre que el presidente siga hablando como suele, con sus falsas esdrújulas, sus silencios entre el sujeto y el verbo, sus eternidades entre el verbo y el predicado.

Y siempre que Rajoy siga señalando las lacras del zapaterismo: la ruptura de los consensos de la transición, la reverencia ante el terror, el estatuto separatista catalán, la siniestra caricatura de la "memoria histórica", el anticatolicismo militante, la fatídica educación pública y su sectaria asignatura bandera, el pernicioso efecto llamada, etc. Y entre lacra y tacha, la mancha del canon digital, que ha de ser recordada y reprochada una vez sí y otra también.

En España

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