Menú
Pablo Planas

La 'omertà' mediática en Cataluña

El sistema mediático catalán es una de las máquinas de manipulación y embrutecimiento menos sofisticadas pero más eficaces de la historia.

El sistema mediático catalán es una de las máquinas de manipulación y embrutecimiento menos sofisticadas pero más eficaces de la historia.

Algunos de los más insignes, cualificados y prestigiosos periodistas de Cataluña se rasgan las vestiduras y se hacen cruces ante la confesión del molt honorable por antonomasia. Desde su indiscutible superioridad moral, tratan de desenmascarar al verdadero Jordi Pujol y aconsejan extremar la presunción de inocencia y la depuración de responsabilidades. Así le agradecen que les cubriera de oro con las tertulias de TV3, las columnas en la prensa local y toda la mandanguera del sistema mediático catalán, que es, en esencia, una de las máquinas de manipulación y embrutecimiento menos sofisticadas pero más eficaces de la historia, sólo comparable a Cubavisión y a los dibujos animados del Telón de Acero.

Maragall no se acuerda de nada y nadie se acuerda de Maragall, pero fue él y sólo él quien se atrevió a denunciar el porcentaje del pizzo, que es como llaman en la Cosa Nostra a las comisiones. Aquello del tres por ciento. El periodismo que se dice catalán no le dio la más mínima importancia. En aquel tiempo, y en realidad durante los últimos treinta años, la inmensa mayoría de los patrones, editores, directores, columnistas, analistas y guionistas en Cataluña se han dedicado a concederse premios y a denunciar en nombre de la democracia los ataques de la Brunete mediática o caverna a la patria de Wilfredo el Velloso, Jacint Verdaguer y Jordi Pujol.

Desde la atalaya de la ética y en nombre de los valores de la objetividad, el rigor y la responsabilidad social, editorializan en bloque, criminalizan, persiguen y difaman a los disidentes, montan docudramas sobre las bondades de la independencia y se dedican a inocular en las masas la idea de una España de quinquis y manolas, moscas, ajo y vagos. Todos ondas y todos en la onda de tapar, mirar para otro lado, hacerse los locos o pasar de todo ante el saqueo de Cataluña a cargo de los Pujol y familias afines, con bolsas de billetes de quinientos euros en dirección a Andorra. El hecho diferencial es que Julián Muñoz, el de Marbella, usaba bolsas de basura, lo cual es de cajón tratándose de dinero sucio, y Jordi Pujol Ferrusola, el hereu-hereu, conducía un Lamborghini amarillo y se hacía acompañar por un cañón de chavala.

Conmocionados aún por la salida del armario de Pujol, los fans de Pilar Rahola, los mandarines del Col.legi de Periodistes, los principales asesores del Consell de l'Audiovisual de Catalunya y los de las coñetas polacas se muestran desolados pero duros con Jordi Pujol, que ya no es ni "president", ni "expresident", ni "molt honorable" ni puñetas. Más o menos goza del mismo prestigio social que Javier de la Rosa e Iñaki Urdangarín. A Pujol, eso sí, siempre le quedará La Vanguardia, que ya el domingo advertía a sus lectores (después de meses de tapar el caso Oriol Pujol, el caso Jordi Pujol Ferrusola y el caso de la Bernarda) que Pujol ha pagado ya dos millones de euros a Hacienda para regularizar lo suyo.

Dos detalles pueden ejemplificar el contexto berlinés (el comunista o el nazi, el que ustedes prefieran) de Barcelona y sus alrededores. El silencio de TV3 y la información sesgada, censurada y cien veces revisada de los medios subvencionados remiten a una sociedad privada del derecho a la información, señal inequívoca de totalitarismo. Y el último informe del Consell Assesor per a la Transició Nacional, presentado este lunes, 48 horas después del escándalo Pujol. Aborda el coste económico de la independencia. Cuatro mil millones de euros. Tal vez convenga por higiene democrática que Rajoy cancele la entrevista con Mas y mande a la Generalidad a un equipo de interventores, inspectores de Hacienda y abogados del Estado.

Temas

En España

    0
    comentarios