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Amando de Miguel

Etimologías y fruslerías

Mi experiencia me dice que las manifestaciones de los que dicen “Yo soy de los que opino” suelen ser lugares comunes, sinsorgadas.

Seguimos a vueltas con las etimologías, ciencia inexacta y divertida donde las haya. José Antonio Martínez Pons comenta que los judíos de Mallorca, xuetes, se denominaban así por la costumbre de asar el tocino (xua) a la puerta de la casa. Servía como ostentación de que se habían convertido al cristianismo. Pasaban así a la categoría –luego despreciativa─ de marranos. Pregunto: ¿no será que el tocino se denomina así en Mallorca porque se relaciona con los xuetes? Parece más lógico que esa etiqueta quiera significar judíos.

José Luis García-Valdecantos se pregunta cómo es que los valiosos cerdos ibéricos se alimentan de bellotas, cuando ese fruto solo se presenta tres o cuatro meses al año, y eso algunos años. Cuenta una frase del médico Gregorio Marañón: "En toda mi vida profesional no he encontrado a ningún paciente al que haya tenido que prohibirle el jamón".

Francisco del Castillo precisa que la alimentación del guarro ibérico se completa con cebada, habas y desperdicios de comida. Recuerdo que el cerdo, como símbolo de inteligencia, es omnívoro.

Ignacio Frías aclara la significación de chorizo (ladrón). Nada tiene que ver con el sentido despectivo asociado al cerdo. Procede del caló chori (= ratero, ladronzuelo).

Karloz Kammer comenta el menú de un restaurante en un pueblo de Teruel: "Manitas de ministro". Es sabido que las manitas de cerdo son un plato exquisito.

Francisco Cañizares sugiere que el lenguaje de las redes sociales ha contaminado otros medios. Cita el caso de las tertulias de la tele, cuyo lenguaje se forma con titulares y tuits. Me pide consejos para mejorar la capacidad lingüística. He anticipado aquí algunas reglas prácticas. Lo fundamental es estar dispuesto a aprender. Confieso que dedico cada vez más tiempo a corregir mis escritos. Resulta insufrible la reiteración de los verbos auxiliares: ser, estar, haber, tener. También repito mucho los demostrativos y el relativo que. Mi papel de profesor me lleva a introducir demasiadas veces los "por ejemplo" o el "es decir".

José Antonio Martínez Pons me consulta la gracieta de los comentaristas de Radio Clásica: en lugar de decir "etcétera", prefieren la muletilla "etecé, etecé". Una chorrada, y si se repite, doble chorrada. Tenía más gracia la del Rey de Siam: “Etcétera, etcétera, etcétera”.

José Antonio Alejo Fernández critica la expresión "Yo soy de los que opino", en lugar de la correcta "Yo soy de los que opinan". Tiene razón. La incoherencia es muy corriente. Mi experiencia me dice que las manifestaciones de los que dicen “Yo soy de los que opino” suelen ser lugares comunes, sinsorgadas.

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