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Gabriel Moris

El silencio es la respuesta

Un año después, sigo sin recibir respuesta por parte de ninguna de las tres instituciones.

El año pasado, concretamente el 29 de abril, y con ocasión del décimo aniversario de las matanzas de inocentes en los trenes de Atocha, envié una carta a las tres instituciones que, según la Constitución, conforman nuestro Estado de Derecho.

Nunca imaginé que los acontecimientos sobrevenidos en el fatídico 2004 me impulsaran a formular una petición a tan altas instituciones, a exigirles el estricto cumplimiento de sus deberes institucionales. Transcurridos diez años y ayuno de verdad y justicia, exigibles en cualquier acto criminal, resulta lógico que un padre al que se le han negado durante tantos años los más elementales derechos ciudadanos se dirija con tanta razón como energía a aquéllas con el respeto que aún le merecen.

Con dicha petición pretendía reclamar la investigación de los atentados del 11-M para 1) pedir la justicia pendiente y la regeneración de las instituciones; 2) evitar otro crimen de lesa humanidad como éste.

Los acuses de recibo de Presidencia del Gobierno, Congreso de los Diputados y Audiencia Nacional los recibí como habitualmente sucede con este tipo de envíos. El Congreso de los Diputados respondió indicando que cursaba mi escrito a la Comisión de Peticiones.

Un año después, sigo sin recibir respuesta por parte de ninguna de las tres instituciones. El Estado, representado por ellas, guarda el más absoluto silencio ante la misma. Me resulta incomprensible. Esta actitud, mantenida durante un año, me hace pensar y hacer conjeturas sobre las razones que puedan tener para mantener este mutismo.

Nuestro rey, nada más ser investido, recibió en audiencia a las víctimas del terrorismo; supongo que con ese gesto quiso que todos los españoles visualizáramos que las víctimas, y todo lo que representan de deseo de justicia, respeto a las leyes y a las instituciones, etc., constituían para el Estado una prioridad durante su reinado. Si no fuera así, ese tipo de gestos no servirían a las víctimas ni al conjunto de los españoles.

Frente a la actitud del monarca, los tres representantes de las instituciones desoyen el fundado clamor de una víctima que apoyan con sus argumentos 56.013 personas, utilizando como palabras clave en sus peticiones verdad, justicia y víctimas.

La verdad de aquel crimen sólo la conocen los autores y quienes la encubren. Si no fuera así, nuestros representantes legales y formales no se mantendrían durante once años en esta actitud silente y esquiva.

Si los autores y los encubridores siguen siendo anónimos oficialmente, hablar de justicia en este caso parece una burla macabra, además de un grave insulto a la inteligencia. ¿Quién puede admitir como justa una sentencia como la dictada el 31-10-2007? ¿ La admitirían como tal nuestros representantes electos si entre los asesinados en aquella matanza hubiera hijos suyos? Sospecho que no, pues en el caso contrario se definirían.

La corrupción es el segundo problema de España, según las encuestas. En mi opinión, el no ajusticiar a todos los autores del 11-M, sea por acción o por omisión, puede ser considerado como el más alto grado de la misma. ¿ No es urgencia de primer orden regenerar las instituciones que dicen luchar contra esta lacra? Si se atajara la corrupción que supone la impunidad del 11-M, seguro que, por simpatía, desaparecerían muchas de las corrupciones que nutren a diario los informativos de los medios de comunicación.

La lucha por la prevención que pedimos algunas víctimas desde hace años, o no se ha puesto en práctica o se ha hecho en sentido contrario, como en el caso Faisán. Parece que las autoridades españolas sólo se han sensibilizado en esta materia a raíz de los atentados de Francia. ¿ No han advertido que los atentados de los trenes de Cercanías, siendo los más graves de Europa, no han suscitado las medidas que aplican ahora? Bienvenidas sean, no obstante, llevamos once años de retraso.

Como somos buenos amigos de una virtud que se llama esperanza, seguimos confiando en que nuestras instituciones atiendan algún día nuestra petición. Eso sí, sería lamentable que, en un año en el que tenemos elecciones por doquier, tuviéramos que sufrir de alguna forma otro atentado tan nefasto como el del 11-M.

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