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Agapito Maestre

La vuelta de Bono y otras movilizaciones

Nada queda fuera de sus objetivos. Lo privado lo convierten en público, lo íntimo lo hacen visible y, en fin, lo radicalmente antipolítico lo "politizan" a su favor.

¿Bono se fue por inconsistente y frívolo o, por el contrario, vuelve por su incapacidad para superar la inconsistencia y frivolidad que ha hecho de su populismo una cuestión nauseabunda? Confieso que tanto la pregunta como la respuesta son peores que irrelevantes. Plantear así la utilización que hace Zapatero de Bono, y viceversa, me parece ridícula; pero si la traigo aquí es para decir que este tipo de "reflexiones", a la que son muy aficionados muchos analistas políticos, traen más oscuridad que claridad. Contribuyen más a confundir a la opinión pública que a darle información real sobre lo que hace el Gobierno de Zapatero.

Por lo tanto, es menester combatir este tipo de preguntas, porque no sólo crean confusión a los votantes del PP en particular, y a la ciudadanía en general, sino que se dejan querer por el Gobierno, que termina marcando las agendas de comunicación por medios de sondeos, filtraciones y globos sonda. Esas formulaciones retóricas son formas de intoxicar realmente, o sea, de llenar de ruido el espacio político público para adoctrinar las conciencias de los posibles votantes socialistas. Son fórmulas tan falsas como decir que en los últimos tiempos los socialistas están más activos que el PP. Eso es absolutamente falso. Los socialistas siempre han llevado la iniciativa política. Y, en los últimos meses, no sólo marcan la agenda política sino que están en un proceso de movilización permanente, que recuerda por desgracia las mejores épocas de los movimientos fascistas y comunistas. Nada queda fuera de sus objetivos. Lo privado lo convierten en público, lo íntimo lo hacen visible y, en fin, lo radicalmente antipolítico lo "politizan" a su favor.

Nada ni nadie queda a salvo de la "movida" y movilización de los socialistas y nacionalistas. Por lo tanto, se equivocan quienes consideran que todo lo que hace Zapatero es una operación de imagen, o peor, movimientos tácticos para sobrevivir ante las críticas y acoso de la oposición. He ahí otra falsedad que hace daño al oído. Zapatero es un personaje en los antípodas de algo similar a un tahúr del mundo de Matrix. Nada de eso se compadece con lo real. Seamos sinceros y reconozcamos que nadie en su sano juicio político negará que Zapatero va por delante de Rajoy, e incluso delante de toda la oposición del PP. Ésta, pobre, se esconde con trabajos burocráticos y de encuestas de opinión en la sede de Génova; su líder Rajoy razona prudentemente, o se reúne con un grupito de empresarios para compartir opiniones sobre el déficit fiscal y el libre comercio en Europa, mientras deja, algo es algo, que los suyos asistan al homenaje que las víctimas del terrorismo dan a Miguel Ángel Blanco en Ermua.

Por el contrario, Zapatero sale permanentemente a la palestra con "retóricas" y "bobadas" pero no para de "adoctrinar". Además, planifica, traza estrategias y ejecuta, sobre todo ejecuta, la aniquilación del adversario político con frialdad. Zapatero es, sin duda alguna, un gran superviviente. Es un estratega para mantenerse en el poder. ¿Estratega del mal? Sí, obvio, pero quién se atrevería a cuestionarle esa "cualidad", esa "inteligencia", ese vicio del espíritu que no sólo lo hace fuerte ante sus conmilitones, sino que consigue borrar, a veces hasta la aniquilación, al adversario político. Después del debate de la Nación, el cambio de ministros, la llamada a Bono para que lo ayude a ganar las elecciones y así suma y sigue...

Sin embargo, muchos "aguerridos" y "famosos" analistas de la política persisten en desconsiderar la movilización socialista por ser una mera cosmética, algo que, según ellos, podría desaparecer fácilmente con una crítica un poco más contundente de la oposición. Creo que esta percepción "intelectual" está muy alejada de la realidad. Pues que, aunque eso sólo fuera una "operación de imagen", pone en tela de juicio el trabajo de la oposición, que cada vez más parece desaparecida entre la autocomplacencia y la indolencia. Seamos sinceros y realistas. Detrás de los nombramientos de ministros, de la llamada de Bono y otros cien asuntos parecidos, hay algo más que una simple operación de imagen. Sí, sí, se trata no sólo de una persistencia tenaz, casi obsesiva, por tener la iniciativa política, que por cierto no sería poco si lo comparamos con la política del PP, sino también de una movilización permanente de todos los recursos del partido, del Estado y de los medios de comunicación para mayor gloria de Zapatero.

A pesar de todo, reitero que es imposible eludir el acecho de las sombras detrás de cada iluminación. Es inviable lo mal parido y con este gobierno, insisto, todo nace bronco, agresivo e incivil. ¿Incivil? Sí, incivil es la palabra que determina la acción de este Ejecutivo. ¿No es acaso incivil aprovecharse del complejo de inferioridad de los cristianos para imponer una asignatura a la ciudadanía cristiana sin contar con su consentimiento? O peor, ¿no es acaso incivil utilizar las diferencias entre instituciones católicas para imponer una materia educativa discutible y, sobre todo, que colisiona con el artículo 27.3 de la Constitución, que establece que "los poderes públicos garantizan el derecho que asiste a los padres para que sus hijos reciban la formación religiosa y moral que esté de acuerdo con sus propias convicciones."

Incivil, sí, es la acción política de Zapatero, pero jamás puede ser tildada de un mero cambio cosmético. ¿Quién se atrevería a decir que son ingenuos, por poner sólo dos ejemplos, César Antonio Molina y Bernat Soria? Nadie, excepto un majadero.

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