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José Vilas Nogueira

Oh tempora, oh mores

¿A qué al pundonoroso presidente no se le ocurre hacer propaganda con gracietas sobre el Islam? ¿Es musulmán, acaso? No; es otra cosa (eso que ustedes están pensando).

En mi juventud, un restaurante barato de la calle Echegaray, con los primeros calores, avisaba en su vitrina: "el género está dentro por el calor". Probablemente, no era el único en mostrar semejante anuncio; me acuerdo de él porque era el que yo frecuentaba. No se conocía la climatización de los escaparates. Tiempos muy ecológicos aquellos, sin apenas contaminación industrial y con pocos automóviles privados. El Atlético de Bilbao era el paradigma de la futbolística furia española. Deberíamos haber sido felices, pero Franco y el nacional-catolicismo lo estorbaron.

Ahora tampoco lo somos. Pero es distinto: es la propia felicidad la que nos impide ser felices. Ya casi nadie se refiere a las mercancías como género. Mayormente, se utiliza la palabra en su significado gramatical, pero traslaticiamente, derivado de las palabras a las cosas que designan. Según los postmodernos, la identidad sexual ya no se basa en un hecho biológico; es una "construcción social". Y la "sociedad" es arquitecto de fértil imaginación. De modo que el catálogo de posibles identidades sexuales es muy amplio. Pero al mismo tiempo defienden la paridad sobre el modelo de la dicotomía biológica hombre-mujer. Que me aspen si lo entiendo. En cualquier caso, a diferencia del género-mercancía alimenticia, el sexual gusta del calor, y los cristianos, sobre todo las cristianas, aligeran sus ropas. Y que se fastidien los curas y otros reprimidos. Y que nos perdonen los moros, que se ofenden no por reprimidos, sino por legítimas peculiaridades civilizacionales. Y todas las civilizaciones merecen nuestra alianza. Salvo la cristiana, claro. Leña al cristiano, carca y retrógrado, y que vivan Zapatero, Pepiño y los muslimes.

Gozamos ahora de toda suerte de artilugios refrigeradores, pero también esta felicidad nos hace infelices, pues resulta que tales aparatos consumen mucha energía y el consumo de energía amenaza seriamente la vida del planeta. Hay una enorme cantidad de grupos y organizaciones de abnegados progres para alertarnos del peligro. Claro que para convertirnos a su causa consumen mucha energía. Pasa lo mismo con algunas ONG humanitarias, que gastan diez o veinte veces más en gestión y representación que en el remedio de las necesidades que las justifican. ¿Y qué decir de los automóviles privados? Habráse visto irracionalidad mayor, contaminación más perniciosa. Acabemos con el automóvil privado. Y dada la incuestionable superioridad de lo público, ¿por qué detenernos en el automóvil? Acabemos con todo lo privado. Todo público, todo progre, todo socialista.

Hoy el Atlético de Bilbao ya no es emblema de la furia española, sino ariete de la vindicación de la selección "nacional de Euskadi". En la Liga española embiste menos que un manso y frecuenta la cola más que un ciudadano de la extinta Unión Soviética. "Madrid" ha incrementado su ominosa presencia con un tercer equipo, el Getafe. Pero no todo ha de ser malo. De nacional-catolicismo rien de rien. El presidente del pundonoroso club surmatritense ha lanzado una truculenta campaña de promoción a base de escarnecer la figura de Cristo. A 25 kms. de Getafe se halla la mayor mezquita de Europa, la Mezquita de la M-30. ¿A qué al pundonoroso presidente no se le ocurre hacer propaganda con gracietas sobre el Islam? ¿Es musulmán, acaso? No; es otra cosa (eso que ustedes están pensando).

Total, que de joven no pude ser feliz por infelicidad, y de viejo no puedo serlo por felicidad. Primero me hicieron la pascua Franco, el nacional-catolicismo y la precariedad económica; ahora me la hacen Zapatero, el antinacional-anticatolicismo y las agresiones ecológicas de la prosperidad económica. Eso se avisa, hombre, digo yo.

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