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Isaac Katz

25 años de la expropiación bancaria

La justificación de la expropiación bancaria, utilizada por López Portillo, fue que los bancos habían saqueado al país. Ese fue el pretexto para tratar de esconder su propia incapacidad para dirigirlo.

Se acaban de cumplir 25 años de la expropiación bancaria en México, un acto tan arbitrario y equivocado que el país aún lo sigue pagando. La expropiación, que no nacionalización, empujada por aquellos que creían, y siguen creyendo, que el camino a seguir para México es la estatización de los medios de producción, se constituyó como uno de los más graves atentados en contra de los derechos privados de propiedad en la historia de México y mostró cómo el Gobierno de José López Portillo (1976-1982) actuaba sin rendirle cuentas a la sociedad.

El daño que causó la desastrosa política macroeconómica instrumentada durante ese Gobierno, culminada con la expropiación bancaria y el establecimiento de un control generalizado de cambios es inconmensurable, pero es un elemento que explica no solo la enorme pérdida de bienestar de la población, sino también la razón por la que la economía mexicana prácticamente no creció durante los siguientes años.

Al grito de "no nos volverán a saquear", argumentando que la expropiación serviría para poner la banca al servicio de los mexicanos, López Portillo y sus colaboradores estatalizadores generaron con la expropiación un proceso de deterioro de las instituciones bancarias que tendría graves consecuencias para el desarrollo de la economía.

Sin duda que uno de los primeros efectos negativos de la expropiación fue la descapitalización de los bancos, tanto en términos financieros con las pérdidas que experimentaron, como en términos humanos, algo quizás más importante aún, al emigrar hacia otras instituciones del sistema financiero la gente que tenía experiencia en la gestión bancaria, particularmente en la evaluación de créditos. Este hecho quedó demostrado cuando los bancos fueron privatizados, diez años más tarde.

Un segundo efecto negativo derivado de la expropiación fue que los bancos fueron gestionados prácticamente como cualquier otra entidad del Estado, aunque restringidos por la regulación bancaria. Al no tener claramente definidos los derechos de propiedad, los administradores de los bancos no tenían incentivos para operar con eficiencia, hecho que derivó en un incremento exagerado de la plantilla laboral, mala evaluación de los créditos y grave deterioro de la calidad de la cartera.

La expropiación bancaria fue un episodio aciago de la historia de México y hoy, 25 años más tarde, no podemos olvidar que si queremos ser un país desarrollado no es posible atentar contra los derechos privados de propiedad. La justificación de la expropiación bancaria, utilizada por López Portillo, fue que los bancos habían saqueado al país. Ese fue el pretexto para tratar de esconder su propia incapacidad para dirigirlo y, quizás por ello, lloró cuando le pidió perdón a los pobres.

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