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Luis Hernández Arroyo

Un rescate insuficiente pero necesario

Había que bajar los tipos sobre la liquidez. Sabemos de sobra que eso no es suficiente, pero hay fundadas razones para pensar que es necesario. Y es probable que asistamos a otro recorte antes de fin de año.

Finalmente, a mes y medio del estallido de la crisis financiera, la FED reduce sus tipos oficiales. Nada menos que 0,50 puntos, del 5,25% al 4,75%. No podía hacer otra cosa. Hasta ayer había sostenido la situación mediante el pequeño truco de mantener un interbancario inferior al oficial del 5,25%, por lo que la bajada es como reconocer oficialmente una situación de hecho era insostenible.

Hay críticas de uno y otro lado, naturalmente. Unos dicen que es too little, too late: buena dirección, pero tarde e insuficiente. Del otro lado, que esto es infringir el estricto código del moral hazard o riesgo moral; es decir, que es sostener a los malos inversores que deberían encajar las pérdidas. Es la actitud rígida y solemne mantenida por Mervin King, gobernador del Banco de Inglaterra. La solemnidad le ha estallado en la cara con el Northern Rock Bank, en quiebra no por sus pecados, sino por la ausencia de liquidez provocada por la crisis. La ayuda sin límite del Banco de Inglaterra para salvarlo provocó el pánico en los depositantes, que corrieron a las ventanillas a sacar sus depósitos. El lunes, el Banco de Inglaterra anunció que inyectaría liquidez suplementaria al ver que el tipo interbancario se había puesto casi 0,9 puntos por encima del 5,75% oficial. ¿No hubiera sido mejor ayudar a normalizar los mercados de liquidez, y empezar a pensar en bajar los tipos? ¿Qué pasará si estallan más casos como el Northern Rock Bank?

Como siempre ha dicho Greenspan –al que se acusa de ser el origen de la burbuja inmobiliaria–, "las decisiones de política monetaria se toman no sobre el más probable resultado, sino sobre las consecuencias de los posibles resultados". Hay una sutil diferencia que explica su actuación durante sus 18 años al frente de la FED. Cuando en el 2003 la actividad se estancaba y la muy baja inflación parecía seguir disminuyendo, bajó los tipos al 1%. Las críticas fueron numerosas, pero, como dijo en el Congreso, "sabemos como enfrentarnos con éxito con la inflación; por el contrario, sobre como combatir la deflación nuestro conocimiento es nulo". De todas formas, no son aquellos bajos tipos de interés los que trajeron la burbuja hasta aquí, puesto que subieron luego, una vez conjurado el riesgo de deflación, hasta el 5,25% actual; pero los tipos a largo, los realmente decisivos, se mantuvieron o bajaron, lo que indica que fue la baja apreciación del riesgo lo que infló la especulación.

Los que pregonan que las turbulencias –que llevan ya 45 días– se hubiera resuelto por sí mismas, que expliquen cómo. Una situación extrema definida por unos tipos a corto plazo muy altos, por encima de los oficiales por total ausencia de liquidez, y unos tipos a largo muy bajos, debido a la huida generalizada del riesgo, configura una curva de rendimientos que de prolongarse llevaría a una situación de parálisis bancaria total (costes de pasivos a corto más alto que los de activo a largo) y invitación directa al credit crunch y a una dura recesión. Aunque sólo sea por restablecer una curva normal y una confianza perdida, había que bajar los tipos sobre la liquidez. Sabemos de sobra que eso no es suficiente, pero hay fundadas razones para pensar que es necesario. Y es probable que asistamos a otro recorte antes de fin de año.

Veremos ahora como reaccionan Trichet, del BCE, y Mervin King, del BoE. Podría pensarse que están en ciclos distintos de la de Estados Unidos, pero la crisis es exactamente la misma y los riesgos muy parecidos, por mucha solvencia que se exhiba, como demuestra el caso del Northern Bank. Más que riesgos, hay que hablar de total incertidumbre y desconfianza. En España también.

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