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Michelle Malkin

Las obligaciones de Juan Nadie tras el 11-S

Hay gente 10-S y gente 12-S. Los primeros viven en un mundo de fantasía, donde la sensibilidad está por encima de la seguridad y criticar a las fuerzas del orden su única política de seguridad nacional.

"Si tan sólo"... es la muletilla que Estados Unidos debe dejar a un lado en un mundo post 11-S.

Si tan sólo el Departamento de Estado no hubiera sido tan descuidado extendiendo visados a los secuestradores del 11 de Septiembre. Si tan sólo la policía y las fuerzas del Estado hubieran podido comprobar el estatus de inmigración de los secuestradores que fueron detenidos por exceso de velocidad antes de los ataques. Si tan sólo las universidades hubieran sido más diligentes en la supervisión del paradero de los secuestradores. Si tan sólo los agentes federales hubieran escuchado la recomendación de hacer perfiles de los estudiantes árabes jóvenes presentes en nuestras escuelas de vuelo. Si tan sólo alguien hubiera dicho algo al ver el comportamiento sospechoso de los yihadistas en los vuelos de prácticas.

Hemos tenido que soportar el sangriento precio del podría y el debería. Casi 3000 muertos. El World Trade Center en ruinas. El Pentágono en llamas. Una inmensa cicatriz en los campos de Shanksville, Pennsylvania. Seis años después, ya no podemos permitirnos el lujo de mirar atrás y limitarnos a suspirar. El recuerdo tiene que guiar las acciones. Y tienen que tomarse acciones sin excusas.

Zogby publicó una encuesta con motivo del sexto aniversario de los ataques del 11 de Septiembre ilustrando que "el 77% de aquellos residentes en el este y el 46% de quienes viven en el oeste –el 61% en total– dicen que piensan en los ataques al menos una vez por semana. El 81% –90% en el este y el 75% en el oeste– afirmaba que los ataques fueron el acontecimiento histórico más significativo de sus vidas".

Eso son buenas noticias. Pero conmemorar el 11-S sin resistirse a la yihad y a sus colaboradores es la receta para repetirlo. No todos los americanos llevamos un uniforme militar. Sin embargo, todos tenemos un papel a desempeñar en la protección de nuestro país, no sólo frente a terroristas musulmanes, sino frente a quienes los financian, a su maquinaria de relaciones públicas, a sus activistas promotores de la sharia, a los imbéciles pacifistas, a los absolutistas de las libertades civiles y a los académicos apologistas de nuestros enemigos.

A principios del año, aquellos que tanto se esfuerzan en ayudar a los yihadistas intentaron intimidar a los ciudadanos que avisaron del comportamiento sospechoso de seis imanes en un vuelo de US Airways en Minneapolis/St. Paul. La batalla legal para proteger al americano común de demandas de este tipo dio lugar al movimiento Juan Nadie (John Doe movement). Abogados voluntarios y congresistas republicanos dieron un paso al frente para proporcionar protección. Y americanos de todo el país expresaron su solidaridad con los pasajeros de la aerolínea, convertidos en blanco del Consejo de Relaciones Americano Islámicas y su prole.

La izquierda recibió el movimiento Juan Nadie con burlas, optando por cruzarse colectivamente de brazos, sacar a pasear el comodín de los agravios y jugar al juego de la culpa. Pero es el ciudadano corriente de este país, y no los abogados de la confrontación racial ni los censores de la expresión, quienes ayudarán a evitar el próximo ataque terrorista. Son americanos corrientes como Brian Morgenstern, el joven empleado de Circuit City que se puso en contacto con las autoridades tras ver un video de entrenamiento yihadista de los 6 conspiradores de Fort Dix.

"Fue una decisión difícil al principio", declaró Morgenstern a Fox News. "Pero fui a casa y hablé de ello con mi familia. Y todos llegamos a la conclusión de que era lo que había que hacer". Sin lamentos. Sin disculpas. Y sin el "si tan sólo".

No todo el mundo está dispuesto a hacer lo correcto. Cuando el FBI solicitó recientemente la ayuda del público para identificar a dos hombres que actuaron sospechosamente en los transbordadores de Pacific Northwest, el periódico Seattle Post-Intelligencer se negó a publicar las fotos y, en su lugar, organizó un concurso de haikus entre sus lectores burlándose de la preocupación por el terrorismo. Cuando arrestaron a dos jóvenes musulmanes por delitos de posesión de armas y terrorismo tras ser detenidos en las proximidades de una base naval en Goose Creek, S.C., colectivos musulmanes de derechos civiles inmediatamente protestaron por lo que consideraban un acto racista, sugiriendo que los agentes de la ley eran paranoicos e intolerantes.

Hay gente 10-S y gente 12-S. Los primeros viven en un mundo de fantasía, donde la sensibilidad está por encima de la seguridad y criticar a las fuerzas del orden su única política de seguridad nacional. Los segundos son esas personas que viven en su barrio y viajan en su avión, tren o autobús, que siguen con sus vidas pero siempre están alerta.

Vivimos en una realidad post 11-S en la que "Nunca lo olvidaré" no es sólo un eslogan de uso anual. Es un estado mental en el que vivir las 24 horas, los siete días de la semana.

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