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Agapito Maestre

Memoria de las víctimas frente a "memoria patológica"

Déjese el Gobierno de marrullerías sobre la "memoria histórica" y cree una casa donde los españoles podamos ir a contar qué hacíamos el día que atentaron contra otro español

El atentado de ETA en Bilbao contra un militante del PP tiene que servirnos para "hacer memoria", es decir, para recordar a todos los asesinados por la banda criminal. Se trata, sí, de reivindicar la memoria de los muertos por la democracia, por España, frente a quienes hablan de "memoria histórica" porque son incapaces de asumir el tiempo, la historia y la vida.

Existe, en efecto, una memoria enferma, patológica, que no soporta vivir en el presente si no es para arruinarlo con las miserias del pasado. Es la memoria de Rodríguez Zapatero y los nacionalistas. Es el proyecto de ley de memoria histórica para arruinar la vida de más de la mitad de los españoles. Es la memoria del salvaje que nada quiere saber de la historia del sufrimiento humano. Es la memoria que quiere matar el tiempo. Es la perversa memoria de quien quiere "sentir de forma ahistórica", según nos enseñara Nietzsche. Es la memoria de Ireneo Funes, el memorioso, aquel pobre tullido y enfermo del relato de Borges que era incapaz de pensar, de razonar y de hablar porque estaba instalado en la mera memoria: "Funes no sólo recordaba cada hoja de cada árbol, de cada monte, sino cada una de las veces que la había percibido o imaginado."

Frente a esa patología de la memoria, es menester hacer memoria, de verdad, o sea, recordar a quienes han caído asesinados por los criminales de ETA. Esa memoria emancipa, libera y marca el camino de la historia. Es menester que recordemos los casi mil asesinados por ETA. Siempre habrá ocasión para citarlos con sus nombres y apellidos, para narrar sus biografías, sus historias y las circunstancias en que fueron asesinados. Además, tenemos la obligación de decir que todos fueron asesinados por ser únicamente españoles sin reparar en ninguna otra distinción.

Ojalá alguien sea capaz de construir un Centro de la Memoria de los asesinados por ETA. Ojalá seamos capaces de distinguir con claridad a las víctimas de los verdugos. Ese centro sería el lugar ideal donde las víctimas vivas, las familias de las víctimas y todos los que queramos recordar a las víctimas podamos ir a escribir sus historias, sus circunstancias. Eso sería una genuina memoria colectiva. Deberíamos hacer el esfuerzo cada uno de nosotros de contar la experiencia que vivimos en primera persona, cuando mataron a uno de nuestros compatriotas. Naturalmente, deberíamos dejar claro los nombres y apellidos de los asesinos y sus peripecias por las cárceles y después de haber cumplido condena.

Déjese el Gobierno de marrullerías sobre la "memoria histórica" y cree una casa donde los españoles podamos ir a contar qué hacíamos el día que atentaron contra otro español y, sobre todo, qué hicimos, o mejor, qué hacemos para que nadie olvide que es imposible construir nada en común sin el recuerdo, el testimonio, de quienes fueron asesinados sólo por pertenecer a esa casa común llamada España. Además, esa casa de la memoria común tendría que recordar, y sobre todo pensar, por qué asesina ETA. En efecto, tiene que reparar en la identidad de objetivos entre ETA y el resto de nacionalistas, a saber, unos y otros tiene el mismo ideal: la secesión de España.

En España

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