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Victoria Llopis

Pellicer en el Congreso de Educadores Franciscanos

Dejen en paz a nuestros hijos. Y dejen en paz a los padres que responsablemente queremos transmitirles los valores del bien y la verdad.

Se ha celebrado este fin de semana en Córdoba el I Congreso Europeo de Educadores Franciscanos. ¡Qué desilusión! La prensa había recogido las declaraciones del ministro general de los franciscanos, fray José Rodríguez Carballo, quien afirmaba que "cualquier Estado está obligado a respetar la voluntad de los padres" y que en cuestión de Educación para la Ciudadanía "los padres han de ser escuchados y tienen una palabra fundamental". Parecía que entraba por fin un poco de aire fresco en el ambiente acomodaticio que se respira en todas las grandes Ordenes educativas, hipnotizadas con aquello de adaptar a un supuesto ideario católico una asignatura inspirada en el laicismo y el relativismo moral. Pero llegó al Congreso la señora Pellicer, autora del manual que sobre la citada asignatura ha publicado la editorial Santillana (grupo PRISA), y echó un jarro de agua fría.

Afirma la Señora Pellicer que Educación para la Ciudadanía "es un paso importante en la dirección adecuada". Bien. Veámoslo.

Dice la Señora Pellicer que la asignatura "es obligatoria en 26 países europeos". No es así. Según los datos de carga lectiva de Educación para la Ciudadanía recogidos en el último informe publicado por la Red Eurydice, sólo puede afirmarse esto de 20 de los 36 sistemas escolares recogidos. En un país del nivel de Alemania, por ejemplo, no es una asignatura independiente y obligatoria. Pero, sobre todo, el contenido impartido en estos países no se parece en nada al que recoge el currículum español. Ellos básicamente informan a sus escolares del sistema político que rige en sus países, mientras que en España el núcleo de la materia es difundir el relativismo en el campo moral y modelar los sentimientos y las emociones de nuestros niños en función de los parámetros de la ideología de género.

Dice la Señora Pellicer que "es triste que el debate sobre Educación para la Ciudadanía se haya sacado del discurso educativo para pasar al discurso mediático y político". Lo que refleja es que la sociedad española todavía está sana en términos democráticos de participación ciudadana. Es lo menos que podía pasar después de haber oído las siguientes afirmaciones por parte de algunos de sus impulsores:

  • "El horizonte es conseguir la laicidad, pero hay que ir poco a poco y con prudencia, eliminando los residuos de confesionalidad" (Dionisio Llamazares, director de la Cátedra de Laicidad de la Universidad Carlos III, en declaraciones recogidas por Europa Press en septiembre de 2004).
  • "El principio de que la educación sea subsidiaria respecto a las familias no es ya un principio aceptable para un sistema educativo moderno" (Alejandro Tiana, Secretario de Estado de Educación, en una reunión con directores de IES en el País vasco en marzo de 2006).
  • "Mas gimnasia y menos Religión" (Rodríguez Zapatero en mitin de campaña electoral en febrero 2004, resumiendo el programa del PSOE en materia de educación). En su aparente inanidad intelectual encerraba un designio revolucionario.
  • "Educación para la Ciudadanía busca contrarrestar los valores del neoliberalismo conservador". (Victorino Mayoral, presidente Fundación Cives, en programa radiofónico La Tarde con Cristina el 11 de septiembre de 2007).

Dice la Señora Pellicer: "Es positivo que por primera vez se ha dado un debate educativo que ha trascendido a la sociedad, y quizá podemos reconducir este debate en el futuro hacia una preocupación real por los problemas de la escuela". Ahí estamos de acuerdo: el debate provocado por Educación para la Ciudadanía está generando un clamor en la sociedad. Es un clamor por la libertad. Al lanzar este órdago-trágala a la sociedad española, ésta ha respondido en estos términos: libertad ideológica, libertad de educación. Libertad para que los padres puedan ejercer realmente, en la práctica, su derecho a escoger centro educativo que esté más acorde con sus propias convicciones religiosas, filosóficas y pedagógicas (artículo 14 de la Carta de los Derechos Fundamentales de la Unión Europea), y libertad para la creación de centros educativos por parte de la sociedad civil. Libertad, libertad y libertad.

Dice la Señora Pellicer: "Ahora se vive en una situación de emergencia educativa". Se apropia esta señora de una certera expresión pronunciada por el Papa Benedicto XVI en el Congreso de la Diócesis de Roma el pasado 11 de junio. Pero el Papa lo hacía para advertir de que "se trata de una emergencia inevitable en una sociedad y en una cultura que con demasiada frecuencia hacen del relativismo el propio credo, donde el relativismo se ha convertido en una especie de dogma y falta la luz de la verdad".

Señora Pellicer y compañía: basta de tergiversar. Basta de máscaras para engañar a incautos. Basta. Tenemos muy presente que lo que pasa se explica por la sincera afirmación de François Mitterrand: "Hoy para hacer la Revolución, no hace falta asaltar el Palacio de Invierno sino tomar la escuela".

Dejen en paz a nuestros hijos. Y dejen en paz a los padres que responsablemente queremos transmitirles los valores del bien y la verdad. Porque, usted lo sabe, no todo es igual. Desde el debate de Sócrates y los Sofistas la Humanidad entera lo sabe. Limítense, si gustan, a "proponer", no a "imponer" su relativismo moral. A ver a cuántos les siguen.

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