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Robert Bottome y Norka Parra

El fosforito

Luego de su fracaso en el referéndum sobre la propuesta de "reforma" a la Constitución de 1999, se esperaba que Chávez capitalizara la derrota y potenciara su apariencia de demócrata. Pero no ha sido así

Al cierre de 2007, el balance en materia de relaciones internacionales de Venezuela es negativo. Por primera vez en tres décadas, Venezuela pasó todo 2007 por fuera de cualquier esquema de integración regional.

  1. Dos de sus tres iniciativas bandera de integración no han avanzado como hubiera deseado Chávez: Por un lado, a la iniciativa cubano-venezolana "Alternativa Bolivariana para las Américas" (ALBA) sólo se han sumado Bolivia y Nicaragua. Ni siquiera sus amigos de Argentina y Ecuador han comprado la idea. Por otro, el Banco del Sur está viendo la luz en forma disminuida con respecto a su proyecto inicial, y con notables ausencias, como las de Chile, Colombia, México y Perú. La tercera iniciativa, el gasoducto del sur, falleció antes de nacer: El socio esencial del megaproyecto, Brasil, anunció que no lo acompañaría, y al propio Chávez no le quedó más remedio que darlo por muerto.
  1. Se salió de la Comunidad Andina de Naciones y no ha logrado su ansiado ingreso a Mercosur, a pesar de su ultimátum, ya caduco. La etapa de ratificación del ingreso por parte de los parlamentos de Brasil y Paraguay, viene demorada por sus respectivos parlamentos, y tal parece que seguirá así por varios meses más.

A todo este escenario gris se le suma la creciente tirantez con algunos de sus vecinos o socios comerciales. Además de su manifiesta aversión contra el "Imperio", ahora viene sumando otros gobiernos a la larga lista negra de "no confiables".

Venezuela mantiene relaciones tirantes con Perú, donde el Gobierno de Alan García ha puesto la lupa a las "Casas del ALBA" (Alternativa Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América) que funcionan en algunas regiones de ese país. Así como con Brasil, donde el ex-presidente brasileño Fernando Henrique Cardoso advirtió sobre la inconveniencia de la carrera armamentista de Venezuela, amén de la vieja rencilla que arrastra con México.

A esto se agrega la tensión con Guyana, que llevará a la ONU una reclamación por la incursión de un contingente de la Fuerza Armada venezolana en su territorio, debido a la falta de explicación alguna por parte del Gobierno de Chávez.

Más sorprendente es el enfriamiento de las relaciones con los gobiernos socialistas de Chile y España luego de la Cumbre Iberoamericana, agravado por sus amenazas a las empresas españolas que operan en Venezuela, principalmente en las áreas de energía y telecomunicaciones.

Peor aún es que está cerrando el año con una férrea pelea con Colombia, la cual fue exacerbada luego de que el Gobierno de Álvaro Uribe pusiera fin a la labor de mediación del presidente Hugo Chávez con el grupo guerrillero de las FARC. Recientemente, Chávez amenazó con extender el congelamiento político que había anunciado a las relaciones comerciales, con lo cual saldrían perjudicados los nacionales de ambos países.

Luego de su fracaso en el referéndum sobre la propuesta de "reforma" a la Constitución de 1999, se esperaba que Chávez capitalizara la derrota y potenciara su apariencia de demócrata. Pero no ha sido así. El presidente venezolano ha seguido atizando las llamas de conflictos con otros países de la región, que pueden terminar incendiando al continente.

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