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Amando de Miguel

Palabras, palabras

Una persona serena que acompaña a otra borracha desarrolla una suerte de inquietud: no sabe qué hacer con ella. Hay que temer al borracho porque es impredecible.

Agustín Fuentes arguye que lo de "oír misa" cede ante una acción fundamental, la de "ir a misa", que es algo más que "asistir" a ella. Para don Agustín, la esencia participativa está en la expresión "ir a misa". Añado la curiosidad de la forma "va a misa" para indicar que algo es cierto o que cumple a rajatabla lo establecido. La expresión es paralela al sentido del adverbio "religiosamente", por lo general asociado a la acción de "pagar"; indica que esa obligación se cumple de manera terminante, escrupulosa.

José Antonio Martínez Pons aporta un matiz interesante a lo del "color" de las radiofrecuencias. No exactamente en lo que se refiere a las radiofrecuencias, sino en el "ruido" se habla de colores, así el "ruido blanco" es ese ruido de "freír" que se oye como fondo en ciertos aparatos electrónicos, y también existe el "ruido pardo", al parecer una desafortunada traducción, ya que la raíz de este calificativo está en Robert Brown, un biólogo inglés que descubrió el movimiento aleatorio de las partículas de un coloide, explicado luego por Albert Einstein en uno de sus tres famosos artículos publicados en 1905. El ruido pardo debe llamarse en puridad browniano.

Don José Antonio insiste en que el "ruido blanco" (el de los "electrones despendolados" se llama también "ruido termodinámico".

Me parece estupendo que los ruidos electrónicos tengan tonalidades de color. ¿De qué color será el "mundanal ruido"?

Gabino Fernández Baquero precisa que el podómetro (= aparato para medir el ángulo del casco del caballo) es una abreviación de podogoniómetro. Bien, así se entiende mejor, pero quizá sean demasiadas sílabas para tratar con caballos.

Respecto a lo de "la Luna en Gavilucho", Ignacio Valverde me aclara que se trata de la Luna en cuarto creciente o menguante "que se asemeja a las alas de un aguilucho en vuelo". Añado que resulta curioso el término "media Luna" (el símbolo musulmán; también en la iconografía católica) cuando se dibuja como un cuarto menguante.

Rafael Palacios Velasco se apunta a la confección del hábeas de "borrachera" que comenzó en mi columna La riqueza de las palabras de 4 de diciembre, en la que reproducía una lista de sinónimos de "borrachera" de mi paisano José María Navia-Osorio. Añade algunas: "estar para la mano", "tener o llevar una mica", seguramente emparentado con "dormir la mona", "estar moñado" o "estar moña", "tener o llevar una bolinga" o "estar bolinga", "estar ciego" o "tener o llevar o pillar un ciego", "estar pipado" o "pipiado", "estar tajado" o "llevar una tajada", "estar como una cuba", "estar mamado" o "tener o llevar un pedal". En Asturias suele decirse "andar toriáu", que viene a ser "andar torcido". "Estar beodo" suena más finolis. El término que más me gusta lo encontré hojeando (y ojeando) el DRAE: "estar calamocano". A esa festiva lista podría suceder otra escatológica: "echar la raba", "rabear", "echar la pota", etc.

Me maravilla el hecho de que en español (y también en inglés) haya tantas palabras para señalar el estado de intoxicación etílica. Obsérvese que muchas veces tienen una notación irónica. La explicación puede que esté en la ambivalencia que produce una situación socialmente mal vista pero en la que todo el mundo puede caer; luego hay que disculparla.

La ironía es una forma de tramitar la ambivalencia. Además, el borracho, por desinhibido, suele adoptar posturas, gestos o vocablos cómicos. Una persona serena que acompaña a otra borracha desarrolla una suerte de inquietud: no sabe qué hacer con ella. Hay que temer al borracho porque es impredecible. Más ambivalencia.

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