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George Will

La misteriosa coincidencia entre Bush y Hillary

Clinton es diestra en el lenguaje del progresismo, también conocido como victimismo, de modo que se dedica a denunciar a "Wall Street", afirmando que las familias fueron "engatusadas para que firmaran hipotecas de riesgo"

La que podría ser presidenta vilipendia al actual inquilino de la Casa Blanca y casi todas sus obras, como es la obligación de todos los candidatos demócratas. Pero una y otro están de acuerdo es buena medida en lo que se refiere al problema de las hipotecas subprime. De acuerdo, ella respondió a la propuesta de Bush con el grito de guerra sin el cual los demócratas quedarían mudos: "¡Más!" Subió la apuesta del presidente proponiendo una moratoria de 90 días a las ejecuciones de las hipotecas. Pero el quid de su propuesta es el mismo: una congelación selectiva a cinco años en los intereses que cobran los bancos sobre las hipotecas subprime de tipo variable. Hillary Clinton ya está insinuando que podría ser necesario ampliarlo a siete años. ¡Que empiece la subasta! De todos modos, cualquier congelación hace probable que las entidades financieras incluyan de ahora en adelante primas de riesgo al precio del dinero para aquellos prestatarios que no tengan un historial de crédito inmaculado.

El hecho es que, por más que la congelación de las cuotas de las hipotecas de tipo variable equivale a una revisión de quizá cientos de miles de contratos, en realidad va a ayudar a un número relativamente reducido de personas. Y los beneficiados no serán los prestatarios cuidadosos que han ahorrado y se han sacrificado para cumplir las obligaciones de sus contratos hipotecarios. Según el secretario de Hacienda, Hank Paulson, el 93% de las hipotecas norteamericanas se pagan a tiempo. En el peor de los casos, apenas el 15% de los recientes "reajustes" –aumentos de las cuotas– han dado lugar a ejecuciones de la hipoteca. Alan Reynolds, del Cato Institute, afirma que apenas un tercio de las hipotecas de tipo variable se firman con prestatarios de riesgo, y alrededor de la mitad de las hipotecas subprime tienen tipos variables.

Hillary Clinton quizá se lamente de que el plan que el presidente ha permitido y promocionado sea voluntario. Al progresismo de hoy, que combina tolerancia con estatismo, no le importa tanto lo que sucede como lo que es obligatorio. Pero el plan no es voluntario por completo: muchas personas que son propietarias de valores respaldados por hipotecas podrían perder menos a causa del plan, pero no han tenido ningún papel en su formulación. A la hora de ayudar a las entidades financieras a cooperar entre sí reduciendo su inestabilidad y la de sus clientes, el Gobierno sólo habría desempeñado "un papel facilitador", dijo Paulson, que agrega: "Este es el esfuerzo del sector privado, que no implica dinero del Gobierno". Pero la segunda mitad de ese comentario no valida la primera. El Gobierno está ahora implicado en la invención de distinciones arbitrarias.

Clinton afirma que la congelación de tipos debería durar "hasta que las hipotecas se hayan convertido en préstamos asequibles de tipo fijo". ¿Qué significa "asequibles"? Paulson dice: "Los hogares embargados por no pagar la hipoteca pueden suponer costes para barrios enteros, igual que el valor de la propiedad cae cuando la tasa de criminalidad se eleva. Impedir ejecuciones hipotecarias evitables, por tanto, está en el interés de todos los propietarios". Pero todas las ejecuciones hipotecarias son "evitables" si todos los contratos hipotecarios pueden ser revisados. Respecto a los "préstamos usureros", recuerde que el Congreso funciona con frecuencia según el principio de criminalizar primero y definir después. ¿Pero acaso las entidades "usureras" esperaban que los prestatarios a los que supuestamente extorsionaban faltaran a los pagos?

Se empezó a hablar mal de quien presta dinero cuando el homo sapiens adquirió la capacidad del lenguaje, de ahí que no sea sorprendente que muchas personas que hasta hace poco criticaban a las entidades financieras por no facilitar dinero a prestatarios que no cumplían los requisitos sean ahora tan mordaces con las que sí accedieron a hacerlo. Clinton es diestra en el lenguaje del progresismo, también conocido como victimismo, de modo que se dedica a denunciar a "Wall Street", afirmando que las familias fueron "engatusadas para que firmaran hipotecas de riesgo" y "llevadas a una mala situación" por quienes debieron haber reconocido desde el principio que aquello iba a acabar mal. ¿Las entidades financieras sabían por anticipado que los préstamos que concedían no les serían completamente devueltos?

Jesse Jackson habla de "víctimas de agresivos agentes hipotecarios". Pero teniendo en cuenta que las ejecuciones son normalmente una pérdida neta para todas las partes del contrato hipotecario, ¿qué explicación hay para esa "agresión"? ¿Quién pensó que le interesaba engatusar y llevar a esa mala situación que denuncia Clinton? Porque ésta reconoce que "los prestatarios comparten la responsabilidad", pero sus únicos ejemplos son aquellos "que pagaron cuotas más altas para evitar documentar sus ingresos" y "especuladores que se dedicaron a comprar dos, tres, cuatro viviendas para venderlas y sacarse un dinero rápido". Todos los demás han sido víctimas.

Paulson ha sido criticado por afirmar que algunos prestatarios de hipotecas subprime "volverán a vivir de alquiler". Pero algunos de ellos no pagaron ninguna entrada por sus casas, o asumieron hipotecas con tipos "de broma", o hipotecas que al principio solamente pedían abonar el interés, no una parte del dinero prestado. Prestatarios en condiciones como éstas en la práctica están viviendo de alquiler.

El presidente dice: "Los propietarios merecen nuestra ayuda". ¿Pero por qué la "merecen"? Los principios del "conservadurismo compasivo" son opacos, pero podrían implicar la premisa del progresismo de que los norteamericanos son tratados injustamente con tanta facilidad que han de ser vistos como meros protegidos del Gobierno.

Quizá la intervención de Washington en el problema de las hipotecas de riesgo revela la reducida punta de un nuevo derecho social enorme: las personas que corren voluntariamente un riesgo, apostando a que saldrán indemnes, tienen derecho a que el Gobierno les organice una mejora cuando pierden sus apuestas. Los costes de esta prestación social incluirán nuevas ambigüedades en los conceptos de contrato y propiedad privada.

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