Menú
Pedro Cateriano

Incompetencia estatal

Obviamente, no estamos frente a una revolución liberal. Pero la continuidad en el tiempo de una política económica sensata ha generado desarrollo y, sobre todo, dinero; un hecho inédito en el Perú.

Desde la década del 90, el Perú evoluciona notablemente en el campo económico. Por una razón: ha ido dejando de lado al fracasado estatismo populista.

Fue Mario Vargas Llosa quien inició el camino del cambio, divulgando durante su campaña presidencial de 1990 las ideas liberales, tan criticadas por su adversario electoral Alberto Fujimori, quien sin embargo las adoptó en parte al asumir la presidencia porque no tenía otro modo de detener la grave crisis heredada del primer Gobierno de Alan García. Luego, Valentín Paniagua, durante su breve Gobierno, no varió de orientación. Y Alejandro Toledo no sólo continuó el camino trazado sino que obtuvo éxitos sorprendentes. La gran sorpresa la constituye ahora Alan García, quien contra todo pronóstico sigue el mismo sendero de responsabilidad.

Obviamente, no estamos frente a una revolución liberal. Pero la continuidad en el tiempo de una política económica sensata ha generado desarrollo y, sobre todo, dinero; un hecho inédito en el Perú.

Alan García, a diferencia de lo ocurrido en su primer mandato (1985-1990), cuenta ahora con suficientes recursos económicos para atender las demandas de los sectores menos favorecidos de la población. Pero, lamentablemente, su Gobierno muestra una gran incapacidad para gastar juiciosamente lo que tiene.

La carencia de cuadros técnicos, la comprobada ineptitud de la mayoría de los dirigentes del partido oficialista (APRA), la corrupción en algunas operaciones de compra, como la adquisición de ambulancias y patrulleros, y la falta de proyectos para invertir en obras de infraestructura (agua potable, electrificación, etc.), deterioran la imagen del Gobierno.

Además, los ayuntamientos y gobiernos regionales –muchos de ellos en manos de caciques de izquierda– demuestran una gran ineptitud al ejecutar los presupuestos públicos. Por ejemplo, Cerro de Pasco, una zona muy pobre y abandonada, recibió este año un presupuesto de 61 millones de dólares para realizar inversiones, pero apenas ha gastado 3,3 millones; su líder es un dirigente maoísta. El panorama en el resto de las regiones es muy parecido. Muchas de las zonas más humildes del Perú terminaron su ejercicio de 2007 sin llegar a utilizar ni el 30% del presupuesto recibido.

Si bien hay que reconocer la prudente gestión económica del actual Gobierno de Alan García, Perú sigue a la espera de grandes y necesarias reformas del Estado, sobre todo en las áreas donde el Estado tiene el monopolio –agua, puertos, carreteras, etc.–, que están frenando el desarrollo nacional.

En Libre Mercado

    0
    comentarios