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Michelle Malkin

Se busca candidato

Necesito un hombre de verdad. Un hombre que sepa decir "no".

Necesito un hombre de verdad. Un hombre que sepa decir "no". Un hombre que rechace el Estado niñera. Un hombre que no piense que la tarea del presidente es la mismo que la de Papá Noel. Un hombre que no caiga preso del pánico ante los problemas económicos. Un hombre que no sucumba a las noticias melodramáticas generadas por los medios. Un hombre que sepa mirar a los ojos a votantes, medios y congresistas gallinas y pronunciar las tres palabras que nadie de Washington quiere nunca oír: "dejad de lloriquear".

Las primarias de Michigan pusieron la economía en primera línea de combate político, y los candidatos presidenciales demócratas han estado repartiendo propuestas de gasto, paquetes de estímulo, medidas para reflotar el mercado inmobiliario y otros buen montón de promesas electorales como si fueran máquinas expendedoras de caramelos fuera de control. ¿Qué candidato republicano relevante representa la transparencia fiscal y el Gobierno limitado? ¿Quién tomará partido por los propietarios y compradores responsables, atemorizados ante los planes bipartidistas de salvamento de una minoría de conciudadanos que compraron más casa de la que podía permitirse y asumieron hipotecas imprudentes que sabían que no podrían pagar?

No quiero escuchar a los republicanos reciclando la retórica de Echa la culpa al banco, de Hillary Clinton, John Edwards y Jesse Jackson. Ya vale de la baza de víctima. No todo hipotecado con problemas es un santo. Y no es nada compasivo quitarles el dinero a las familias prudentes y ahorradoras y utilizarlo para ayudar a sus imprudentes vecinos y compañeros de trabajo que se mudaron a residencias de millonario que no podían permitirse o que explotaron el valor de su propiedad inmobiliaria y ahora se encuentran con el agua al cuello.

El economista Tyler Cowen señala un problema sobre el que jamás oirá hablar a los políticos. "Hasta el 70% de las hipotecas que han tenido impagos recientemente tenían alteraciones intencionadas en sus solicitudes de préstamo originales", según la investigación sobre más de tres millones de préstamos realizada por BasePoint Analytics. "Muchos de los fraudes son más bien simples. En algunos casos, los prestatarios a los que se pedía declarar sobre sus ingresos simplemente mintieron, indicando en ocasiones una cifra cinco veces más alta que sus ingresos reales; otros falsificaron los documentos sobre sus ingresos utilizando ordenadores. Con demasiada frecuencia, bancos e intermediarios miraron para otro lado en lugar de retrasar el proceso o insistir en disponer de una documentación adecuada sobre activos e ingresos. Mientras los precios de la vivienda seguían subiendo, eso no parecía importar”.

Mensaje a Washington: deja de tratar a cada hipotecado con problemas para pagar como si fuera la Madre Teresa.

En el debate de Fox News en New Hampshire, los superhéroes del bando republicano se mostraron de lo más evasivo cuando fueron preguntados por las señales de recesión inminente. Mitt Romney declaró que era necesario "detener la crisis inmobiliaria". ¿Quiere eso decir que el Gobierno debería dejar de intentar aislar a bancos e hipotecados de las consecuencias de sus acciones? ¿Qué hay que continuar elevando de manera artificial el precio de la vivienda? Si es así, ¿por qué? Si no, ¿entonces qué hacemos?

El mes pasado, Mike Huckabee declaró a un reportero de la radio pública que " el Gobierno no está para rescatar a la gente de cada decisión desafortunada que toma". Amén, reverendo Huckabee. Pero en el debate de New Hampshire evitó cobardemente cualquier pronunciamiento claro y en su lugar manifestó su apoyo al enfoque tipo Hillary de ayuda a los hipotecados del presidente Bush, puesto que "no implica dólares del contribuyente". Aún.

Huckabee puede consolarse y consolar a sus seguidores con este autoengaño semántico. Las medidas Bush –que incluyen una congelación del tipo de interés de las hipotecas de riesgo, una propuesta de expansión de la congelación para cubrir a los prestatarios de hipotecas con interés de tipo variable y un estímulo para incrementar la disponibilidad de las denominadas hipotecas jumbo y levantar el límite de 417.000 dólares a los préstamos– son sólo la punta del iceberg. Con el tiempo, los contribuyentes responsables pagarán.

En cuanto a John McCain, el senador que asegura "hablar claro", inmediatamente ofreció programas de educación y formación laboral para trabajadores en paro. "Necesitamos acudir a los centros comunitarios y diseñar programas de educación y formación para que estos trabajadores tengan una segunda oportunidad. Ésa es nuestra obligación como nación". ¿Lo es? ¿Es esto liberal? ¿Ésta es la alternativa a Clinton? No, esto es Clinton. ¿Por qué no le entra en la cabeza que puedan ser los propios norteamericanos los que se paguen su propia escolarización y reciclaje laboral?

Fred Thompson, el candidato recientemente retirado que se publicitaba como el más liberal de los liberales, estaba de acuerdo con la necesidad de un estímulo fiscal: "Creo que debería tomarse en consideración si la situación de la economía así lo requiere."

McCain y Romney quieren que la Administración Federal de Vivienda amplíe sus funciones para permitir a los prestatarios refinanciar sus hipotecas -- a expensas del contribuyente. Rudy Giuliani quiere que el Gobierno ayude a aquellos hipotecados que "fueron engañados". Ni una palabra sobre lo que tienen que hacer los que engañaron a los bancos.

Según nos acerquemos al súper martes, el desastre de las hipotecas subprime y la economía dominarán aún más el debate, y los candidatos demócratas tipo el-Estado-debe-hacer-algo irán a toda máquina con las noticias lacrimógenas de compradores de casas que no se podían permitir. ¿Quieren los republicanos una alternativa clara a la progreconomía? ¿O se conformarán con un discurso liberal de boquilla que recompensa la imprudencia fiscal con una intervención gubernamental ligeramente más reducida que la de los demócratas?

Aún busco a mi hombre. Recuerde: me conquistará con un mero "dejad de lloriquear”.

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