Menú
Amando de Miguel

Por encima de todo, la política

Lo de las banderas es algo que en los Estados Unidos no es materia de discusión.

Pablo L. Torrillas me envía un largo alegato contra el presidente Zapatero. Le echa en cara una criminal ambigüedad en sus declaraciones. Por ejemplo, cuando dijo que, después del atentado de Barajas de 2006, rompía las negociaciones con la ETA, pero continuó con ellas.

Respecto a la obligación de que la bandera ondee en todos los edificios públicos, Zapatero declara: "Soy partidario de que la bandera ondee en todos los edificios públicos, pero no de una guerra de banderas. No voy a condenar a los compañeros que ganan elecciones en sitios difíciles". Comenta don Pablo: "¿Pero cómo se puede decir una barbaridad tan grande?". Añado que si el presidente de los Estados Unidos dijera una cosa así estaría obligado a dimitir. Aquí en San Antonio de Texas la bandera norteamericana ondea en los edificios oficiales pero también en muchos privados. Muchas veces se intercala con la bandera de Texas (que fue por un corto tiempo una república independiente). Lo de las banderas es algo que en los Estados Unidos no es materia de discusión.

José Mª Navia Osorio (Oviedo) confiesa que le gusta la nueva letra del himno nacional, aunque señala algunas críticas. Por ejemplo, al de Oviedo le habría gustado más "pueblos en unidad" que "pueblos en libertad", por entender que la libertad es cosa individual. A pesar de todo, don José Mª opina que la letra del himno no debe ser declarada como oficial hasta tanto no se vea que la gente la canta espontáneamente. Mi parecer es que lo de la letra del himno nacional se ha planteado como una operación del "buenismo" imperante. En tiempos de Aznar se formó una comisión de escritores que avanzó una propuesta de himno con mucho sentimiento y profesionalidad. Ignoro qué se hizo con ese proyecto. Supongo que los papeles habrán ido a parar al Archivo de Alcalá. Es una lástima.

Don José Mª comenta: "Acabo de leer la noticia de que la SGAE quiere cobrar a loa dueños de los autobuses por poner películas; supongo que también cobrarán por tener la radio encendida". Me sumo a la ironía. Está claro que la guilda de artistas podría cobrar las audiciones del hilo musical en los edificios públicos. Las revistas que se leen en la antesala del dentista o en la peluquería también pasarían a pagar su canon correspondiente. Desde luego, los televisores de los bares vendrían obligados a pagar ese canon. Más aún, cada vez que aquí cito una definición del DRAE, la Academia Española tendría el derecho a cobrarme una minúscula tasa. Así, hasta la extenuación. Desde luego, hay que descubrirse ante la capacidad de presión que tiene la SGAE; compite perfectamente con los sindicatos y los colectivos feministas y gayos.

Don José Mª me comenta que en Asturias la palabra comicios se refiere no solo a las elecciones sino a "los montajes que se hacen para vivir del cuento a costa de los impuestos de la gente de bien". Para ilustrar el concepto, don José Mª me cuenta el último "comicio" asturiano. "El Rector de la Universidad y la Procuradora General del Principado han firmado un acuerdo para crear una Cátedra de derechos humanos". Añado que lo de la Procuradora General bien podría haberse llamado "La Regenta". Supongo que la mencionada cátedra no incluirá los derechos que no son humanos, los de los animales o los árboles. Se me ocurre que lo de comicios para esos caprichos administrativos proviene de que tales convenios suelen empezar con una copiosa comida a cargo del contribuyente. Por otra parte, me extraña que los derechos humanos no se enseñen ya en las cátedras regulares de la prestigiosa Facultad de Derecho de Oviedo.

Don José Mª critica a la CONCAPA (asociación católica de padres de alumnos) por negarse a aceptar la recomendación de la Consejería de Educación de Asturias para que los niños dediquen más tiempo a la lectura en el hogar. Debe advertirse que don José Mª es de sobra conocido por sus convicciones conservadoras, peperas. Por lo visto, la CONCAPA aduce que los niños no tienen medios ni tiempo para leer en el hogar, por lo que esa actividad debe hacerse exclusivamente en los colegios. Don José Mª protesta y añade: "No me extraña nada que la CONCAPA esté de acuerdo con la asignatura de Educación para la Ciudadanía. Si los padres [católicos] no tienen tiempo para educar a sus hijos [en casa], encuentran lógico que lo haga el consejero de Educación. Es para ponerse a temblar". Don José Mª recuerda que de niño, en el colegio, dedicaban todos los días una hora a la lectura. Corroboro ese recuerdo con el mío, ya que don José Mª y yo somos casi de la misma quinta. En el colegio no solo teníamos horas para leer los cuentos, sino tebeos (todavía no se habían elevado a la dignidad de comics). Además, era regular la acción de sacar libros de la biblioteca del colegio para leerlos en casa. Luego yo, por mi cuenta, me iba a leer libros a la Biblioteca Municipal, creo recordar que en la tarde del jueves, que era no lectiva. Esa era también la tarde reservada para ir a la peluquería a cortarnos el pelo. Se trataba de un peluquero aficionado que ejercía en su domicilio. El atractivo era que el salón en el que esperábamos estaba abarrotado de tebeos. También recuerdo que mis padres no me dejaban leer muchas horas después de cenar para "no gastar luz". Era peor el remedio que la enfermedad, pues me llevaba una linterna para leer en la cama. Lo malo eran aquellos libros de Julio Verne con una letra tan pequeña, pero resultaban apasionantes. Me sumo a la crítica que hace don José Mª a la CONCAPA, aunque sea en apoyo de un poncio socialista. Por cierto, me gustaría encontrar un solo ejemplo de un libertario socialista o nacionalista que criticara alguna vez una medida de un gobernante o un grupo de presión de su cuerda. Esa es la diferencia con los conservadores, que podemos criticar, si se tercia, al PP o a los grupos que les apoyan.

Mariano Carbajales me comenta que, si Manuel Pizarro llega a ser ministro de Economía, seguirá la racha reciente de que los secretarios de ese ramo no son economistas de profesión. Por ejemplo, Solbes no lo es, ni lo fue Rato. Bien, una cosa es registrar la tendencia y otra condenarla. Claro que es útil que la cartera de Economía la desempeñe un economista (Boyer, Fuentes Quintana, Montoro), pero no está mal tampoco que ese puesto se asigne a un empresario exitoso (Ibercaja, Endesa). Ese es el caso de Manuel Pizarro, originariamente abogado del Estado. Tampoco está demás que el de Teruel se haya hecho millonario (en euros) de forma honrada y profesional. Don Mariano recordará los casos de algunos economistas que se hicieron millonarios jugando a la Bolsa: Shumpeter y Keynes, por ejemplo. En la sociología tenemos a Kingsley Davis, famoso experto en Sociología urbana, que también se hizo multimillonario con negocios inmobiliarios en buena lid.

José Escuder de León me hace llegar un chascarrillo muy serio que está circulando por la red:

Una vez que un hombre se ha decidido a hacer una barbacoa, hay una serie de acciones encadenadas que se ponen en marcha...

  1. La mujer compra la comida
  2. La mujer hace la ensalada, prepara la verdura y el postre.
  3. La mujer prepara la carne para la barbacoa, la pone en una bandeja junto con los utensilios necesarios y la lleva al exterior, donde el hombre ya se encuentra sentado ante la barbacoa con una cerveza en la mano.
Ahora el punto culminante de la actividad.
  1. El hombre pone la carne en la parrilla de la barbacoa.
  2. Siguen más actividades rutinarias: la mujer lleva los platos y cubiertos al exterior.
  3. La mujer informa al hombre que la carne se está quemando.
  4. Él le agradece esta información vital y aprovecha para pedirle otra cerveza mientras se ocupa de la emergencia.

¡Y ahora otro momento culminante!

  1. El hombre retira la carne de la barbacoa y se la da a la mujer.
  2. Más trabajos rutinarios: la mujer coloca los platos, la ensalada, el pan, los cubiertos, las servilletas y las salsas y lleva todo a la mesa.
  3. Después de la comida, la mujer quita la mesa, friega los platos y... ¡otro momento importante!
  4. Todos felicitan al hombre por sus dotes culinarias y le agradecen la espléndida comida.
  5. El hombre pregunta a su mujer qué le ha parecido el no tener que cocinar. Cuando ve que ella se mosquea, llega a la conclusión de que no hay manera de complacer a las mujeres.

En Sociedad

    0
    comentarios