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José Antonio Martínez-Abarca

Zapatero para sobrecogedores

Siempre he dicho que mi precio de periodista sobrecogedor, como corruptible concienciado que soy, no es muy alto, pero por 400 euros ni empezamos a hablar. Por quién me toma. Hay quien se deja en tabaco mucho más de ese montante cada semana.

El presidente Rodríguez Zapatero quiere comprarme el voto por cuatrocientos euros. Siempre he dicho que mi precio de periodista sobrecogedor, como corruptible concienciado que soy, no es muy alto, pero por cuatrocientos euros ni empezamos a hablar. Por quién me toma. Hay quien se deja en tabaco mucho más de ese montante cada semana. Veamos lo que podría hacer un articulista de bien con cuatrocientos euros.

Supongamos que Zapatero gana las elecciones y en el mes de junio siguiente me devuelven cuatrocientos napos de los que me habían descuidado antes, como el carterista que se apiada de la maruja y deja el monedero con el carné y las fotos del difunto. Con mis cuatrocientos hurones en la mano, me siento el rey de la creación y me dirijo a comprarme ropa para toda la legislatura, que legislaturas con pan, son menos. Pero a las dos camisas de Dolce & Gabbana o de D'squared2, que por menos no me santiguo en camisas, ya se me han agotado los cuatrocientos euros y todavía falta casi toda la legislatura para seguir soportando al presidente Rodríguez. Como Wilde y como el mister Ripley de Patricia Highsmith, mis gustos son muy sencillos: sólo me gusta lo mejor. Y ya me he gastado la cantidad con la que mi presidente pretendía arreglarme la vida, sin que mi vida esté ni mucho menos arreglada.

Bien, supongamos que renuncio a comprarme camisas de fino lienzo y me visto donde el mismo Rodríguez antes de que le metieran mano los asesores de imagen, o sea, en el economato de ropa de segunda mano profanada a los difuntos. Como la ropa de difunto profanado es gratis, vuelvo a tener los cuatrocientos euros que me van a hacer más feliz, que es una obligación del socialismo según venía expresamente en el acuerdo de gobierno del primer tripartito catalán. Así que pretendo celebrar la "luctuosa efeméride" del triunfo de mi mantenedor en las urnas, que decía aquél, yéndome a un buen restaurante a pegarme un homenaje yo solo. Pero resulta que un homenaje para una persona en un restaurante medio, sin aperitivo, sin vino y sin postre (y, por supuesto, sin copa y sin puro y sin orujo) te sale por al menos la cuarta parte de la asignación que te ha hecho el munificiente Rodríguez para cuatro inacabables años. Porque, claro, eso de los cuatrocientos es un tente mientras me invisten, de modo que al año siguiente a las elecciones no sólo no los cobras de nuevo, sino que te los detraen doble y con intereses.

En cuatro años, con cuatrocientos euros tienes para cuatro homenajes gastronómicos cortitos en algo mejor que una pizzería y peor que un restaurante "creativo", o dos homenajes si convidas a esa amiga golfa y escandalosa que prescribía Julio Camba que siempre había que llevarse a comer sardinas. No parece mucho. Incluso trabajando en el paro de larga duración tiene uno para más homenajes. A eso debemos añadir la previsión inflacionaria y el aumento del IPC provocados por todo socialismo que se precie. Con suerte, con cuatrocientos euros al final de la siguiente legislatura tienes para que te presten la corbata en los restaurantes que exigen chaqueta. Ni para reservarte una plaza en la fosa común. ¿Es negocio o no es negocio el que hacemos con el presidente Zapatero? Estoy dispuesto a votar al PSOE si me insiste tanto el presidente Rodríguez, pero no bajo ni un millón de euros, ni uno, de la paga sabatina que tienen las niñas. Ahí me planto.

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