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Agapito Maestre

Humor antipolítico

El humor que asocia a Rajoy con un apestado, gafe y enfermo de cáncer es, sencillamente, asesinato civil.

Dos tipos de humor predominan en España. Ahorman nuestras formas intempestivas de tratar a la realidad. Cervantes y Quevedo les dan nombres. Son humores muy diferentes el cervantino y el quevedesco, pero bien utilizados pueden ayudarnos a entendernos. Por un lado, el primero se ríe de sí mismo sin tomarse demasiado en serio su búsqueda de sentido; es realista para verse desde lejos y jamás hace ostentación de la humildad. Es un humor cuya ironía esta tasada y bien tasada. Es un humor responsable que no renuncia a descubrir la frivolidad contenida en una excesiva seriedad. Por otro lado, el humor satírico de corte quevedesco tiene por principio mofarse de los otros hasta causar la risa en los presentes. Es cruel, pero también tienes sus límites, aunque a veces cueste hallarlos para personas civilizadas. Es un humor que roza la perversidad, pero nunca claudica ante el insípido frívolo que de todo se ríe.

En ninguna de esas dos tipologías me atrevería a encuadrar el humor, el falso humor, utilizado por el PSOE en sus vídeos electorales. Después del famoso video del doberman, inolvidable por la crueldad con que trataba al adversario político, han venido otros muchos que han conseguido superarlo en zafiedad, suciedad mental y, en definitiva, negación de la política. Esta nueva etapa de descalificación del adversario, especialmente potenciada por Rodríguez Zapatero, ha estado presidida por la utilización del humor, de la exageración irónica, como arma política de combate letal. No se trata de acercarnos a lo real con risa y humor, sino de estigmatizar al otro a través de la utilización exagerada de imágenes y metáforas que pudieran ayudarnos a entender la política, o sea, lo que tenemos en común todos los mortales.

El proceso de envilecimiento del humor fomentado por el Ejecutivo socialista, sin duda alguna, ha estado muy bien acompañado por una abundancia de programas humorísticos en las televisiones y radios, que han contribuido con sus chistecillos, medias verdades, no decir las cosas claras, e incluso a mentir con facundia moral, a pervertir la ironía, o sea, a elevar a rango de verdad objetiva la mala conciencia que expresa la utilización de la ironía, siempre peligrosa porque expresa lo contrario de lo que piensa o le gustaría decir. Ese humor encanallado se ha extendido como una plaga a la vida cotidiana; hay gente que ya no habla de política sino que trata al partido de la oposición en términos "humorísticos", o sea, de desprecio casi criminal de lo que no es su opción política.

El último vídeo del PSOE, que compara a Rajoy con el cáncer, ha conseguido colmar el límite de la degradación del lenguaje; sí, ha logrado, como hicieron los nazis cuando se referían a los judíos, sustraerle al lenguaje toda capacidad de evaluación. Porque el judío es un enfermo, decían los nazis, es menester acabar con él; los socialistas, de modo similar al nazismo, repite la operación: porque Rajoy es el cáncer, acabemos con él. El humor socialista no sólo oculta la realidad, algo en sí mismo inmoral, sino que utiliza perversamente metáforas de evaluación médica en contextos políticos improcedentes, o mejor, en contextos políticos donde más debería evitarse, según nos enseña la historia. Si los votantes del PP son enfermos, según los socialistas, ¿significa eso que ellos están dispuestos a sostener al cirujano de hierro que cure a esa sociedad enferma? El "humor" socialista es una forma agresiva, muy peligrosa por su violencia, que debería proscribirse de sociedades civilizadas, entre otras cosas, porque toda posible contestación a esa basura, degradación máxima del lenguaje político, nos obligaría e entrar en las reglas violentas de quienes utilizan ese humor. ¿O es que acaso, cuando vemos ese tipo de videos, no estamos tentados de gritar: estáis locos y es menester que os encierren?

Cuando es utilizado por seres zafíos, resentidos y envilecidos, el humor es un horror que termina degradando el lenguaje hasta hacerlo inservible. Niega la política, o sea, el acuerdo a través de la ironía y la risa, es decir, del distanciamiento de uno mismo para acercarse al otro. El humor que asocia a Rajoy con un apestado, gafe y enfermo de cáncer es, sencillamente, asesinato civil. Asesinato de nazi refinado. Es la carcajada asesina del que disfruta con el sufrimiento ajeno. Es el asesinato programado de la risa, ese sutil invento, a los ojos de Nietzsche, del animal más sufriente de la tierra.

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