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EDITORIAL

El gasto público no es la solución

El frenazo de la construcción destruirá en tres años los empleos de 1,2 millones de personas. Las esperanzas de recolocarlos en otros sectores se desvanecen con los malos datos de empleo en el sector servicios y de actividad industrial.

Que los socialistas son maestros en propaganda lo sabemos todos. No obstante, cuando sus mentiras chocan contra la realidad cotidiana, sus esfuerzos sólo les hacen quedar peor. Ya se llevaba tiempo palpando en la calle que las cosas del dinero habían dejado de estar tan boyantes como antaño, de modo que no resultan demasiado productivos los esfuerzos de Zapatero y los suyos por negar la realidad, primero, y asegurar que todo se solucionará –fíjese usted qué casualidad– en los meses inmediatamente posteriores a las elecciones, después.

Además del sentido común, tampoco los expertos comparten el optimismo de Zapatero, a quien como contestación sólo le sale llamarlos antipatriotas y afirmar que el pesimismo nunca ha creado puestos de trabajo, que ya es carecer de argumentos. El frenazo de la construcción destruirá en tres años los empleos de 1,2 millones de personas. Las esperanzas de recolocarlos en otros sectores se desvanecen con los malos datos de empleo en el sector servicios y de actividad industrial. Estos parados habrán de cobrar prestaciones de desempleo –digamos adiós al superávit– y pueden provocar enormes tensiones sociales.

¿Cuál es la respuesta del Gobierno? Pensar en cómo gastar un dinero público que no tiene para poder darles empleo. Urge que nuestros políticos recuerden que todo empleo que crean de forma directa, sea mediante subvención o contratación, destruye trabajos en el sector privado, porque se hace con los recursos que de otra manera emplearían las empresas. Y como éstas son más eficientes de lo que el Estado será jamás, crean más empleo con los mismos recursos; se suele estimar que un puesto de trabajo público destruye dos privados.

El problema, claro, es que los empleos que crean los políticos salen en las noticias y los que se destruyen no, y si aparecen no se relacionan con el dinero empleado por el Gobierno. Eso lo hace política y electoralmente atractivo, pero una ruina económica que debe evitar cualquier persona responsable. De modo que Zapatero, naturalmente, no quiere evitarlo.

En Libre Mercado

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