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Jorge Vilches

Centristas crispantes

Cuando se dice que el PP pierde el centro, en realidad, que se aleja de las maneras y los planteamientos del PSOE. La moraleja zapaterina sería: "Usted ha perdido el centro porque no dice lo mismo que yo, que soy de izquierdas."

La estrategia del zapaterismo es hablar de un PP que ha perdido el centro. Este argumento forma parte del discurso de la izquierda para pretender la deslegitimación de la derecha; un ardid al que recurre con frecuencia incluso desde que hay democracia.

Pero, ¿qué es el "centro"? Ignacio Sánchez-Cuenca ha escrito (El País, 7 febrero 2008) que las dos características principales del centro son "su alta sensibilidad hacia cuestiones no ideológicas [,] y su dificultad para encajar otras dimensiones en el esquema tradicional izquierda/derecha". Pero claro, según ese esquema dado por el citado autor cualquier nacionalista, desde un batasuno hasta un escamot de la Ezquerra, sería de "centro", pero el PP no. La intención del autor –denostar a la derecha– marca el despliegue de conceptos e interpretaciones. No importa, por tanto, la inconsistencia de la definición, sino hacer un llamamiento al electorado de la izquierda: el PP no es de centro, que es tanto como decir subliminalmente que constituye una opción antisistema.

Entonces, ¿qué se entiende por "centro"? Y ya no valen las referencias a organizaciones políticas como la UCD o los democristianos, cuya relevancia en España es actualmente nula. Tampoco son aceptables esos estudios basados en la autoubicación del encuestado entre 0 y 10, ya que funcionan sobre un enorme artificio en el que se utilizan conceptos profundos –libertad, igualdad, derecha, izquierda- con total ligereza y desparpajo. Con lógica, las respuestas suelen ser engañosas porque actúan bajo el dictado de lo políticamente correcto. Y he aquí el "centro".

El "centrismo" sería, entonces, el conjunto de los planteamientos del mundo dialéctico conocido como "lo políticamente correcto". La clave es que ese mundo es un conglomerado superficial y contradictorio que ha configurado la izquierda y, en los últimos años, el universo que abrió Zapatero en 2004. El resultado es que para parecer de centro hay que reproducir el discurso progre y adoptar su pose. De esta manera, cuando se dice que el PP pierde el centro, en realidad, que se aleja de las maneras y los planteamientos del PSOE. La moraleja zapaterina sería: "Usted ha perdido el centro porque no dice lo mismo que yo, que soy de izquierdas."

El meollo de la cuestión es que el PSOE desempolva el fantasma de la extrema derecha e integrista porque crispar y alimentar miedos le consigue el voto de la izquierda radical. Por esto, IU debería denunciar ahora mismo que los socialistas son de centro, porque su existencia depende de ello. Y es que el zapaterismo, ya desde 2002, basa la movilización de su electorado en un discurso alarmista y agresivo, demagógico y superficial. Lo lamentable es que en toda esa estrategia y literatura política zapateresca no queda lugar para un debate sobre propuestas de gobierno o en torno a los modos de gestionar lo público. Sólo hay trazo grueso y degradación de lo político.

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