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EDITORIAL

Agua para quienes mayor provecho le saquen

Con un precio sobre el agua, los aragoneses podrían decidir si son ellos quienes mejor uso podrían darle o si les conviene más venderla a otras cuencas que saben aprovecharla lo suficientemente bien como para que les merezca la pena pagar por ella.

El trasvase del Ebro puede no ser la mejor política del agua posible; pero es una que buscaba solucionar los problemas de la España más seca, la que posiblemente más rentabilidad saque de cada gota. Y decimos posiblemente porque no parece que ningún político esté dispuesto a avanzar en la senda de reconocer que el agua es un bien escaso y que, como tal, sólo la existencia de precios puede permitir averiguar cuáles son los usos más útiles que pueden darse a este recurso vital.

Zapatero se cierra en banda a la mera posibilidad de que un trasvase a Murcia y Valencia de parte del caudal del Ebro pueda ser el mejor uso posible de esa agua. Como es algo que en ausencia de precios libres no puede saber, en realidad está haciendo lo único que como buen político sabe hacer: demagogia pura y dura. Eso sí, luego dirá que su política sirve para unir a España, cuando se dedica a enfrentar unas regiones con otras con motivo de un asunto tan esencial sólo por sacar un puñado de votos.

Con un precio sobre el agua, los aragoneses podrían decidir si son ellos quienes mejor uso podrían darle o si les conviene más venderla a otras cuencas que saben aprovecharla lo suficientemente bien como para que les merezca la pena pagar un precio alto por ella. Una vez más, se demuestra que los mercados son la vía pacífica para encontrar soluciones que a todos convengan y la política la forma de lograr que los problemas se enquisten y provoquen conflictos permanentes.

Que la política del agua de Zapatero no ha sido más que una patética búsqueda de excusas con que justificar su negativa al trasvase se demuestra en que su solución mágica, las desaladoras, se haya quedado en estos cuatro años en "la" desaladora, pues sólo una ha entrado en funcionamiento. Pero Rajoy tampoco debería atarse a ninguna medida concreta, pues sólo mediante la creación de un mercado real sobre el agua se podría llegar a un solución que a todos satisficiera.

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