Menú
Luis Hernández Arroyo

Vargas Llosa, el hacedor

Vargas Llosa es un liberal de pacotilla. Leí sus novelas con fruición hasta que perdió la inspiración. Se hizo liberal, y creí en él y le seguí muchos años, hasta que empezó a decir cretineces progres sobre los "nuevos" derechos.

Ahora resulta que Vargas Llosa es un hacedor creativo, como Jetapé. Jetapé, como sabemos los españoles, es un creativo inquieto: ha "ampliado" la lista de derechos fundamentales. Ha inventado y creado nuevos derechos, antes inexistentes. Ha ampliado el derecho de los homosexuales al legalizar su matrimonio; ha ampliado el derecho de adopción al legalizar la adopción de las parejas homos; va a ampliar el derecho al aborto, que, como se sabe, es un derecho que se les olvidó a los Padres Fundadores americanos en la declaración de derechos y en la constitución americana. ¿Por qué sería? ¡Qué olvido! También va a ampliar el derechote los viejos al legalizar el derecho a una muerte prematura, aun sin preguntar al candidato su opinión... En fin, que la lista de derechos humanos es infinitamente elástica, según estos genios de las matemáticas, y se pueden inventar y meter en ella todas las ocurrencias de los grupos de interés, reales o ficticios, que están ahí pescando milagros.

Por ejemplo, los niños van a tener cada vez más derechos; eso suena bien, pero lo malo es que esos derechos que se van a consagrar a favor de los niños, y que ellos no han pedido pueden volverse en contra de los padres y contra su educación... en realidad, cualquier derecho añadido puede chocar con otro ya establecido. La lista de derechos humanos de la Carta de la ONU se inspiró en los fundadores de EEUU, y se trata de una lista de principios generales fruto de dos principios básicos: la libertad personal y el Estado garante de ésta. Estos principios no salen de la filosofía ilustrada, sino del luteranismo como religión básica de concordia en EEUU desde que en 1620 llegaron los peregrinos del Mayflower.

Lutero fue el primero que puso en circulación la libertad de conciencia con éxito: hubo intentos anteriores (Wicliff, Huss) que fracasaron. Pero el de Lutero cuajó. De ahí, de la libertad de conciencia, sale todo los demás en lo que respecta a los derechos humanos. Su reconocimiento por el Estado no tuvo lugar hasta que nació el colonialismo americano en Cape Cod, 1620, con un solemne juramento de fundar una sociedad constitucional. Posteriormente ese juramento en nombre de Dios (Covenant) se fue ampliando y mejorando a medida que se iban uniendo las colonias originales. Y así nació la democracia; no fue en Europa, precisamente. Esto es lo que da profundidad y coherencia a los derechos humanos; lo que hace que sean pocos y fundamentales, e impide que se opongan unos a otros.

Decir ahora que el derecho al aborto "enriquece" la lista es falaz. Si uno de los derechos es el derecho a la vida, la primera obligación de un Estado responsable es proteger la vida de los nonatos, sea cual sea el interés –no derecho, interés– de la madre y otros. Luego, independientemente de que haya casos extremos en que sea recomendable autorizar el aborto por un juez, no existe tal derecho al aborto: es una falacia grosera. Existe el derecho a la vida que no puede debilitarse con el derecho a matar nonatos, o ancianos.

Vargas Llosa es un liberal de pacotilla. Leí sus novelas con fruición hasta que perdió la inspiración. Se hizo liberal, y creí en él y le seguí muchos años, hasta que empezó a decir cretineces progres sobre los "nuevos" derechos. Un liberal de verdad, o un hombre medianamente culto, sabría estas cosas, o no las manipularía a su antojo para quitarse de encima la pátina de conservador adquirida en su corto viaje con el PP. Debe ser que le supone un coste, o que le impide alcanzar ciertas metas. Si Rosa Díez no triunfa, le veremos junto a Jetapé.

En Sociedad

    0
    comentarios