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EDITORIAL

Alcaraz, o lo que debemos a las víctimas

Quizá ese sea el rasgo más hiriente que ha caracterizado la ofensiva relación del Gobierno del 14-M con las víctimas del terrorismo: que las haya tratado de neutralizar, ignorar y descalificar, precisamente, en nombre de la paz.

Para quienes somos conscientes del histórico papel que, especialmente en esta legislatura, le ha tocado desempeñar a la Asociación Víctimas del Terrorismo en defensa de España como nación y como Estado de derecho, la decisión de José Alcaraz de no optar a la reelección como presidente nos evoca diversos sentimientos y reflexiones.

Por un lado, el agradecimiento por estos cuatro años de encomiable liderazgo en la defensa de la memoria, dignidad y justicia de las víctimas del terror frente a un Gobierno empeñado en disfrazar de "paz" unas componendas con los terroristas que, en realidad, sólo trataban de dar cobertura a sus alianzas con los nacionalistas. Quizá ese sea el rasgo más hiriente que ha caracterizado la ofensiva relación del Gobierno del 14-M con las víctimas del terrorismo: que las haya tratado de neutralizar, ignorar y descalificar, precisamente, en nombre de la paz.

En segundo lugar no podemos dejar de expresar nuestra comprensión a la decisión de quien, como Alcaraz, no puede estar indefinidamente desatendiendo su único medio de sustento, como es su trabajo.

Esperemos, finalmente, que quien haya de sustituirle sepa estar a la altura de su predecesor y de la inmensa mayoría de sus representados. Mientras sólo sea una de las dos principales formaciones políticas de nuestro país la que haga suya la reivindicación de las victimas de que la libertad y la justicia son el único medio y el único fin de la lucha antiterrorista, la AVT tendrá que seguir protagonizando esa rebelión cívica frente a quienes interesadamente confunden la paz con el síndrome de Estocolmo.

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