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Ignacio Villa

Siguen buscando el cambio en el modelo de Estado

El siguiente paso estaría claro: una reforma del Estatuto vasco que igualaría en reivindicaciones y obsesiones independentistas al catalán.

En estos primeros días de resaca electoral, algunos ingenuos podrían pensar que Rodríguez Zapatero va a dar un viraje en su segunda legislatura. No hay motivos para semejante optimismo. El presidente del Gobierno hace lo que quiere hacer; actúa según su manera de ver las cosas. Así pues, no va a cambiar en nada, y menos cuando los resultados electorales le han beneficiado.

Para empezar, el presidente quiere cerrar un acuerdo de legislatura que no le provoque ningún problema inmediato. Su objetivo es el Partido Nacionalista Vasco. A Zapatero le viene bien y los de Sabino Arana están encantados con llegar a un acuerdo que les permita sacar la cabeza después de unos resultados desastrosos en las elecciones generales del 9 de marzo. Existe, por tanto, un interés mutuo. Pero este entendimiento, que nadie se lleve a engaño, no dejará de tener consecuencias perniciosas para el modelo de Estado diseñado en la Constitución del 78.

Los nacionalistas vascos saben que perderían el referéndum ilegal de Ibarretxe vistos los resultados de las generales. El retroceso del nacionalismo hace muy difícil que esa convocatoria irresponsable y fuera de la Constitución tenga una buena salida para ellos. Pero tampoco cabe esperar que el PNV rectifique y retire esa convocatoria sin más. Para ellos, lo más fácil sería convocar anticipadamente las elecciones autonómicas en otoño, para encubrir así el fracaso de su referéndum. Si esas elecciones vinieran precedidas por un acuerdo en Madrid de apoyo a Rodríguez Zapatero, las cosas podrían ser más fáciles. El PNV sostendría al PSOE en el Congreso y el PSE al PNV en el parlamento de Vitoria. Un apoyo mutuo en el que todos salen beneficiados.

El siguiente paso estaría claro: una reforma del Estatuto vasco que igualaría en reivindicaciones y obsesiones independentistas al catalán. De esa forma, el plan Ibarretxe quedaría aparentemente aparcado, pero porque sería superado por este nuevo estatuto. El único interrogante que todavía carece de respuesta es el futuro del propio Ibarretxe. Es evidente que es el gran derrotado de todo esto. Es la pieza más complicada de encajar, pero terminarán haciendo lo que sea necesario para facilitar el acuerdo.

Teniendo en cuenta estos planes, nadie que no esté ciego puede pensar que el PSOE y el Gobierno socialista vayan a cambiar la estrategia. Lo único que están haciendo ahora mismo es aplicarse algo de maquillaje para disimular mientras persigue el mismo objetivo de siempre: el cambio en el modelo de Estado.

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