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Armando Añel

Enterrados vivos

Si los gobiernos de aquellos países donde impera el Estado de Derecho y la libertad de expresión ignoran deliberadamente a las víctimas y pactan con sus verdugos, ¿a qué esperanza de futuro puede aferrarse la sociedad civil cubana?

El libro se presentará la noche de este jueves en el Koubek Center de la Universidad de Miami. Se trata de una pieza testimonial escrita en prisión por Héctor Maseda, líder del Partido Liberal Democrático de Cuba y periodista independiente. Maseda fue detenido por la policía política castrista durante los sucesos de la llamada Primavera Negra, y condenado a veinte años de privación de libertad. Enterrados vivos narra su periplo por las cárceles cubanas, tras el circo del juicio ilegal al que fuera sometido y los interrogatorios previos en la sede de la Seguridad del Estado.

La presentación del libro, que coincide con el quinto aniversario de la oleada represiva de 2003, ocurre en momentos en que la comunidad internacional, azuzada por el ejemplo europeo –a remolque de la postura cómplice del gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero–, da la espalda al pueblo cubano. La prisión no ha podido doblegar a Maseda, como apunta su esposa Laura Pollán, pero la complicidad con el castrismo de las democracias establecidas, su desprecio por aquellos que carecen de voz –la gran mayoría de la población–, sí que hace mucho daño en Cuba. Si los gobiernos de aquellos países donde impera el Estado de Derecho y la libertad de expresión ignoran deliberadamente a las víctimas y pactan con sus verdugos, ¿a qué esperanza de futuro puede aferrarse la sociedad civil cubana? "Están tomando nuestro dolor como un juego de ajedrez político", ha reconocido Pollán. "No nos importa que se reúnan con el Gobierno, pero también deberían escucharnos a nosotros."

Enterrados vivos representa, en cualquier caso, una victoria de la tenacidad y la audacia, de la iniciativa individual, sobre la omnipresencia totalitaria –recuérdese que Héctor Maseda, su autor, continúa en prisión–, así como una crónica de los padecimientos y vicisitudes de los setenta y cinco opositores, activistas de derechos humanos y periodistas independientes encarcelados hace cinco años en Cuba. Cincuenta y cinco de ellos permanecen aún en prisión y otros veinte han sido excarcelados a cuentagotas (uno de los liberados por motivos de salud, Miguel Valdés Tamayo, falleció en enero del año pasado a causa de las secuelas dejadas en su organismo por los rigores del encierro).

Pero el libro también representa una condena al régimen que mantiene a alrededor de trescientos presos políticos en sus centros de reclusión (no hay que olvidar que los setenta y cinco de la Primavera Negra no son los únicos presos de conciencia que agonizan en las mazmorras comunistas). Una condena al régimen que mantiene secuestrada a la sociedad cubana y un aldabonazo a sus valedores, a aquellos gobiernos que, como el mexicano o el español –por poner sólo dos ejemplos–, continúan ignorando al pueblo de Cuba. Enterrándolo vivo.

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