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EDITORIAL

ETA no olvida, Zapatero tampoco

Setenta kilos de explosivo y una logística perfecta deberían bastar para poner fin al engañoso discurso sobre el supuesto fin de ETA

En otros tiempos, un atentado como el perpetrado en Calahorra habría suscitado una rápida y enérgica condena por parte del Gobierno. Además de acompañar a los más de 200 afectados, el Ejecutivo habría declarado su firme voluntad de acabar con los terroristas y advertido a los miembros de las fuerzas de seguridad del Estado contra nuevos ataques. Sin embargo, nada de eso ocurrió ayer. Rodríguez Zapatero solventó la cuestión con la presencia del Secretario de Estado Ignacio Camacho, y el PSOE con un endeble y calculado comunicado que afirma que ETA "jamás va a imponer sus objetivos con la violencia". ¿Y si alguien le brindara la oportunidad de conseguirlos de otra forma?

Es preciso recordar que, además de negarse a corregir los gravísimos errores cometidos durante el llamando "proceso", los socialistas siguen posponiendo la moción de censura en el ayuntamiento de Mondragón, donde uno de sus militantes fue asesinado hace tan sólo quince días. Asimismo, los mensajes lanzados desde el Gobierno en las últimas semanas en el sentido de que ETA ya está derrotada, resultan, a la vista de los hechos de ayer, poco más o menos que un sarcasmo. Setenta kilos de explosivo y una logística perfecta deberían bastar para poner fin al engañoso discurso sobre el supuesto fin de ETA.

Lejos de escuchar a las víctimas y a los partidos políticos (PP y UPyD, entre otros) que en las últimas horas han hecho nuevos llamamientos al Gobierno para el establecimiento del consenso antiterrorista basado en la firmeza y en la aplicación de la ley, Rodríguez Zapatero y sus socios nacionalistas pasan de puntillas por estas cuestiones, reiterando su creencia en la quimera del diálogo para conseguir la paz, lo que a estas alturas se asemeja mucho a un acto de simple deslealtad. Algunos siguen actuando como si los últimos cuatro años no hubieran sido suficientes para desterrar el delirio de una ETA pacífica y democrática en pie de igualdad con el Estado de Derecho. En este sentido, el nuevo llamamiento del PNV a lo que en ese partido denominan "la libre decisión vasca" resulta cuanto menos una burla a los damnificados por las atrocidades perpetradas en nombre de esa mal llamada libertad.

Es por esto que, ante la debilidad y la falta de una política de verdad contra la violencia, lo más lógico para los criminales es golpear y amenazar de nuevo, cada vez más fuerte, para recordarle al Gobierno sus compromisos, alcanzados durante su negociación política y congelados tras las elecciones municipales del año pasado. Lo más normal es que los terroristas crean que, una vez conseguida un nueva victoria en las urnas, el Gobierno estará dispuesto a reiniciar ese proceso por el que hasta la fecha no ha demostrado arrepentimiento.

En definitiva, el Gobierno del PSOE ha perdido una oportunidad de oro para demostrar, al menos con palabras, que la negociación con ETA fue un error, tal y como el mismo Rodríguez Zapatero reconoció de pasada durante la pasada campaña electoral. Sin embargo, la tibieza y el mal disimulado hastío que producen en algunas esferas del poder los atentados hacen temer que los socialistas buscarán el momento adecuado para retomar el "proceso" donde lo dejaron, y así abrir una nueva brecha en la sociedad española. ETA no olvida, Zapatero tampoco.

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