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EDITORIAL

Las vías de renovación del PP

En un contexto así, resulta crucial saber venderse bien. Es eso lo único que debe aprender el PP del PSOE, porque es lo único en que los socialistas son competentes.

Tras la derrota en las elecciones generales, Mariano Rajoy decidió continuar al frente del PP, convocando un congreso al que acudiría "con su propio equipo", que no especificará hasta "el día antes". Como sucediera con Gallardón, retrasar tanto esta decisión está provocando estragos en su partido. Muchos tienen miedo de que Rajoy esté imitando el cinismo de Mao cuando pidió aquello de "que cien flores florezcan, que cien escuelas compitan", para luego cortar la cabeza a quien se le ocurrió asomarla. Tanto miedo tienen los populares a no estar en la línea que su jefe de filas aún no ha expresado que nadie hace oposición excepto Zaplana, que ya ha renunciado a continuar.

Sólo unas pocas voces se están atreviendo a entrar en el debate sobre qué debería hacer el Partido Popular. Una vez que ha quedado generalmente aceptada la necesidad de cierto cambio de caras, falta por decidir el rumbo ideológico del partido, así como su estrategia de comunicación. Y, claro, no podía faltar quien sugiriera un giro gallardonista, proponiendo que el PP se ponga de perfil ante el nacionalismo, como ha hecho el presidente del partido en Álava. Es decir, renunciar a las ideas para ganar votos, olvidando que una parte considerable de los más de diez millones de votantes del PP –algunos ganados a una izquierda desengañada– no vota a unas siglas sino a unos principios, y que los caladeros donde pretenden pescar estos "centristas" nunca van a optar por la fotocopia pudiendo hacerlo por el original.

Y es que el principal activo del PP es la movilización de la derecha frente a un proyecto sectario como es el de Zapatero. Sólo con una oposición frontal. Tiene razón Santiago Abascal cuando recuerda que si abandonas el frente, otro ocupará tu lugar. Y no parece que Rosa Díez tenga intención de renunciar al camino que la ha llevado al Congreso de los Diputados tras abandonar el Parlamento Europeo por defender precisamente esos principios básicos que apoyan los votantes del PP.

El verdadero problema del PP es que ha renunciado a la comunicación, dejando todas las televisiones en manos de la izquierda o, en el mejor de los casos, de la nada. Así, cualquier postura contraria al PSOE será vista como extremista, porque así será pintada por los del cordón sanitario y los periodistas adictos al régimen. Habrá a quien no puedan engañar, pero muchos seguirán siendo seducidos por la buena imagen de la izquierda.

En un contexto así, resulta crucial saber venderse bien. Es eso lo único que debe aprender el PP del PSOE, porque es lo único en que los socialistas son competentes. Es lo que ha apuntado Moragas, cuando ha propuesto "entender que la imagen y la actitud no son un simulacro de la verdad, sino un vehículo para multiplicar el mensaje", sin necesidad de sacrificar "los principios ni los valores".

El PP no puede abandonar las ideas de España y libertad porque son las que han llevado a millones de personas a votarlo. Pero sí puede aclarar mejor cuáles son sus propuestas, olvidando buena parte de su programa, que en muchos puntos se caracterizaba por no decir ni proponer nada, y reformarse completamente en cuestiones de comunicación. Los asesores que ha de buscar Rajoy no son los de siempre; debe buscar personas, profesionales, que sepan de verdad sobre cuestiones de imagen.

También se va a ver obligado a reducir la influencia de los medios dominados por la izquierda empleando internet, no tanto como un medio informativo capaz de competir con la televisión, porque no puede, sino como medio para instruir a los militantes en los argumentos adecuados para defender las ideas de la derecha, animándolos y ayudándolos para que defiendan sus ideas en su entorno, familia, amigos, compañeros de trabajo. Todos nos fiamos más de personas que conocemos y apreciamos que de líderes políticos o mediáticos. Si Rajoy es capaz de movilizar a sus cientos de miles de militantes en la dirección adecuada, ni Zapatero, ni Prisa, ni Roures ni nadie podrá evitar un triunfo del PP en las próximas elecciones generales. De eso se debería estar discutiendo ahora mismo, si el miedo a quedarse fuera del equipo no paralizara a los jugadores.

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